Pensar desde la resistencia anticapitalista

pensar desde la resistencia

Una vez más es gracias kutxikotxokotxikitxutik como hemos tenido conocimiento de esta interesante recopilación de trabajos, reflexiones desde la resistencia.

La Cátedra Jorge Alonso, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), en Guadalajara (México), ha publicado recientemente este libro que recoge el contenido de varios seminarios y conferencias que tuvieron lugar entre los años 2012 y 2015. Algunas de estas conferencias pueden escucharse íntegramente en su página web.

El índice de conferencias y seminarios que recoge el libro es el siguiente:

Conferencias

  • Construyendo la contrahegemonía: traducción intercultural entre los movimientos sociales. Boaventura de Sousa Santos
  • Enredados para la libertad. Movimientos sociales en la era de Internet. Manuel Castells
  • Pensar la esperanza, pensar la crisis. John Holloway
  • Movimientos antisistémicos y descolonialidad. Raúl Zibechi

Seminarios 2014

  • Insubordinación, antagonismo y lucha en América Latina. Raquel Gutiérrez Aguilar
  • Una mirada a las izquierdas, desde la experiencia mexicana. Gilberto López y Rivas
  • Nuevas formas de la revolución. Gustavo Esteva
  • Análisis institucional, socioanálisis e intervención institucional. Roberto Manero Brito
  • ¡No están solos!’: Reflejos frente al espejo de nuestras contradicciones y desafío. Emmanuel Rozental y Vilma Almendra

Se puede acceder al texto aquí:

Pensar desde la resistencia anticapitalista y la autonomía

Conferencia pronunciada, el 7 de marzo de 2014, por John Holloway: «Pensar crisis, pensar esperanza»

el campo y la ciudad, ¿dos mundos enfrentados?

Cul de Sac

 

El próximo viernes día 22 de abril, en Vitoria-Gasteiz, en la librería La Afición Literaria, tendrá lugar la presentación del número 5 de la revista Cul de Sac dedicado al tema: «El campo y la ciudad, ¿dos mundos enfrentados?

Estos son los contenidos del mencionado número de la revista:

Editorial

I. ¿El campo versus la ciudad?

II. La naturaleza y la máquina

III. De las chozas a las metrópolis

IV. Mundos campesinos

V. ¿Fin del campo, fin de las ciudades?

 Artículos

  1. El sentimiento de la naturaleza, producto de la industria, Bernard Charbonneau
  2. La máquina en el jardínLeo Marx
  3. La generación del 98 ante la erosiónJosé Ardillo
  4. En defensa de la ciudadLewis Mumford
  5. Moscú, 1929Curzio Malaparte
  6. Pequeña guía para ciudades sin pasadoAlbert Camus
  7. Roma, ¡qué hermosa fuiste un día!Pier Paolo Pasolini
  8. La destrucción de la ciudadJuanma Agulles
  9. Epístola de Baltasar del Alcázar a Cetina
  10. Habitar el campo hoy, Alfonso Martínez
  11. La cuestión Surcos, Salvador Cobo
  12. Pequeños mundos campesinosMarc Badal

Reseñas

El imposible «retorno a la naturaleza». Acerca de Buenos días, Sísifo, de José Ardillo. Adrián Almazán

Los últimos campesinos. Acerca de Palabras mayores, un viaje por la memoria rural, de Emilio Gancedo. Peri Martínez

Notas & Correspondencia

Ante el auge del neomarxismo, Javier Rodríguez Hidalgo

Llamamiento de los chimpancés del futuro, Pièces et Main d’Oeuvre

I, desgraciadamente, el dolor crece, Javier Rodríguez Hidalgo

La clave está en lo pequeño, diverso y local

En el número 61 (Verano, 2015) de La Fertilidad de la Tierra podemos encontrarnos con una interesantísima entrevista con Mae-Wan Ho, genetista, investigadora sobre transgénicos y sobre las propiedades cuánticas del agua, escritora y artista, en la que habla sobre sus intereses, sus preocupaciones y sus investigaciones.

FT-61

Mae-Wan Ho critica la ciencia que ella llama «modernista occidental» pues «está basada en separar al sujeto consciente de la Naturaleza», ya que según sus propias palabras: «La ciencia occidental convencional se basa en rechazar la idea de una Naturaleza interconectada en su totalidad. Por ello, sólo puede abordar el entendimiento de la Naturaleza a trozos, como si se tratara de una máquina gigante, reduciendo el todo a sus partes. Paradójicamente, cuando la ciencia alcanzó los límites del reduccionismo mecanicista surgió la física cuántica, que nos muestra de forma incuestionable que la Naturaleza no se puede reducir. El sujeto consciente está ligado al objeto de su estudio de forma irreductible, y todos nosotros, desde las partículas elementales hasta las estrellas y galaxias, estamos entrelazados unos con otros de manera inseparable.»

Mae-Wan Ho es cofundadora del ISIS (Instituto de la Ciencia en la Sociedad) y una de las responsables del informe publicado por esta institución en 2008 titulado «Food Futures Now Organic-Sustainable-Fossil Fuel Free», en el que entre otras cosas se demuestra que la producción de alimentos a pequeña escala es la solución clave a los problemas de seguridad alimentaria provocados por el cambio climático.

No cree que la solución al agravamiento del cambio climático pase por dejar de comer carne, aunque sí es necesario reducir de forma sustancial su consumo y, sobre todo, es urgente dejar de criar ganado de forma intensiva e industrial. Los pastos permanentes mantenidos de forma ecológica y la crianza de ganado en extensivo, con pastoreo en parcelas, son altamente sostenibles, y además sirven como herramienta de secuestro del carbono almacenado en las profundas raíces de las gramíneas. «La simbiosis entre el pasto y el hervíboro practicada durante miles de años es la respuesta».

«La clave está en lo pequeño, diverso y local»

Nuestra relación con la Naturaleza debe cambiar. Debemos recuperar los conocimientos locales que en la mayoría de los casos se han perdido definitivamente: «Desde el comienzo de la agricultura, hace quizás 10.000 años, los agricultores han sembrado y recolectado de acuerdo a las estaciones y algunos se han guiado por un calendario más sofisticado basado en la conjunción precisa de los cuerpos celestes.»

Dado que el universo en su totalidad está fuertemente interconectado, Mae-Wan Ho afirma que «Es totalmente posible que la intención del productor influencie a las plantas y animales a los que cuida.»

Aunque quizá peque de excesivo optimismo cuando dice: «Y la mejor de las buenas noticias esd que el agotamiento de los combustibles fósiles ya ha comenzado».

Otra vida es posible

«Otra vida es posible» es el título de un libro, resultado de una investigación académica.

OtraVidaPosible

 

La investigación, cuyo resultado es este libro, trata de explorar  si existen alternativas al modelo económico dominante observando casos reales. Esta investigación analiza las prácticas económicas alternativas que, partiendo de modelos culturales diversos, se basan en valores diferentes de los valores predominantes en el sistema económico vigente, es decir que su objetivo no es la búsqueda de ganancia sino la búsqueda de satisfacer las necesidades y de lograr un crecimiento personal.  Una de las primeras conclusiones de esta investigación es que, en contra de lo que se suele pensar, no se trata de un movimiento marginal o de casos aislados, sino que este tipo de prácticas económicas alternativas se encuentran bastante más extendidas de lo que nos quieren hacer creer.

En el siguiente vídeo se puede ver la presentación de este libro:

 

contra el progreso

porque… «a medida que el progreso progresaba, revelaba la verdad de su mentira»

 

Contra el Progreso, es un texto clásico y verdaderamente anticipador, escrito por Agustín García Calvo en el exilio y publicado en “Frente libertario” en 1971. Con el fin de amenizar una tertulia con viejos y jóvenes libertarios, que al no ser gente de partido sabían conversar, Agustín prepara un pincho moruno con las nociones abstractas de Futuro, Tiempo, Progreso e Historia, que tanto han servido a la dominación como pilares de su ideología.
Publicado en Argelaga nº5.

Agustín García Calvo

 Dibujo: Poni Micharvegas, Madrid (1987)

Contra el Progreso

 

Parece que la idea de progreso se le impone a todo el mundo: no solo a las gentes de orden, también a los que pretenden estar a la izquierda del Señor, todos creen que la humanidad está algo así como avanzando por una ruta y hacia un futuro; y por consiguiente, es un deber para todos los que luchan por el bien de la humanidad o incluso por el suyo propio: ser progresista, esto es, colaborar al advenimiento del futuro, no quedarse atrás en la marcha del tiempo, no quedarse subdesarrollado: progresar, qué diablos, desarrollarse como Dios manda, y progresar uno mismo, o los negocios o la nación de uno o la humanidad entera, pero en todo caso, progresar.

El reinado de esta fe en parte se ha extendido tanto -yo creo- por culpa de la mucha velocidad que la Historia ha venido cogiendo en los últimos tiempos, que a las gentes de la cáscara amarga, revolucionarios, libertarios y demás, no les ha dado tiempo a ponerse a la altura de las circunstancias. Que es que, efectivamente, hace todavía un siglo, y en muchos sitios al menos, las gentes de orden eran, casi como por esencia, conservadores, enemigos de novedades, tirando a mantener siempre la situación reinante, defensores siempre de lo viejo frente a los peligros de los cambios. Y entonces, claro, lógicamente, a los que quisieran presumir de revolucionarios y de estar en contra no les quedaba más remedio que ser innovadores, progresistas, poner la vista en el futuro, ya que los otros parecían ponerla en el pasado.

Ahora bien, hace ya bastante tiempo que las derechas, por la fuerza de las cosas, se han hecho casi por todas partes (quitando algunos restos de conservadores anacrónicos) dinámicas y francamente progresistas: dinámicas y progresistas se han hecho, también bajo sus formas extremadas o morbosas, que solemos llamar fascistas (quien más progresista, quien más realizador de innovaciones, quien más creyente en el destino y el futuro salvador que los regímenes que crearon los cohetes intercontinentales y desecaron las marismas de Roma), pero también dinámicas y progresistas bajo sus formas liberales y democráticas, donde el ideal de la subida del nivel de vida y la conquista de las metas sucesivas de la ruta de la historia son el estribillo hasta de los políticos más reaccionarios; que pueden diferir en los detalles de esos ideales o en los procedimientos para perseguirlos, pero ninguno se atrevería a presentarse ya con ideas inmovilistas y conservadoras. Y las formas más nuevas del poder que dondequiera triunfan, las que solemos reconocer como tecnocráticas, ¿cuáles son sino las más modernas, avanzadas, progresistas y dinámicas de todas?: la estadística, la administración racional, el ordenador, etc., son sus armas; el nivel de vida, la conquista del espacio, el desarrollo de la industria, las autopistas, la televisión en color, etc., son sus metas.

Y a pesar de todo, siguen los camaradas creyendo que pueden también ellos seguir creyendo en lo mismo que los señores creen y compitiendo incluso con los señores a quién es más progresista o con un progresismo más de veras progresista; y no ya sólo digo los viejos adherentes del socialismo o de los diversos partidos comunistas (que aquí desde luego la cosa es clara, y la misma coexistencia pacífica entre democracias socialistas y liberales está asentada en esa fe común y en la competencia por el mejor progreso), pero también muchos de los que prefieren llamarse anarquistas o libertarios. Es como si la diferencia estuviera en la forma de imaginar el futuro que los unos y los otros tienen y, por consiguiente, en los medios más o menos revolucionarios que recomiendan para alcanzar ese futuro, pero que de lo que se trata es de luchar por el mejor futuro de la humanidad.

Bien, pues aquí os digo y os recuerdo que eso es una ilusión funesta: que con los que mandan el pueblo no se puede estar de acuerdo en nada: que no se puede estar contra el poder y participar al mismo tiempo en ninguna de las ideas que el poder sostiene y que sostienen al poder. La noción de progreso no sólo no es inocente y neutra, sino que es hoy una de las armas y trampas más temibles del poder frente a la reclamación del pueblo, esto es, de los miserables de la tierra. Ellos pueden tener falta de pan, pero no es “pan” lo que gritan cuando se levantan contra el poder (ni mucho menos “automóviles” o “televisores”), sino que su grito sigue siendo “¡Libertad!”. Y entre esa contra-noción o contradicción de “libertad” y la noción de “progreso” no hay amistad posible ni componenda.

Esto podría razonarlo más largamente, si hubiera sitio para ello, o sea seguir dando la razón a lo que el corazón sin duda os dice a todos cuando rompéis con las ideologías con la que cada día la propaganda del Estado y sus servidores os machaca; pero que me baste, para acabar con la cuestión, invitaros a hacer un par de consideraciones:

A) Una, metafísica: a saber, que hay contradicción de raíz entre la idea misma de futuro (que es igual que la idea de tiempo) y el intento de negación del poder, llámesele revolucionario o libertario o como os guste: el grito de libertad está contra la idea misma de futuro; si se habla de futuro, es que se está queriendo conocer lo que nos espera y lo que esperamos; porque hablarse, se habla de las cosas que se conocen; ahora bien, ¿qué quiere decir que conocemos el futuro, sus metas, sus rutas y los medios para alcanzarlo?: quiere decir que lo estamos reduciendo a ser en substancia lo mismo que lo que ya conocemos y padecemos, a ser la continuación de lo mismo de siempre; y si estamos en contra de esto que conocemos y padecemos, ¿cómo vamos a querer hablar de su futuro?: su futuro forma parte de ello mismo. Dicho de otro modo: cuando se dice que es este Estado que nos vive las gentes están oprimidas y esclavizadas por el poder, hay que entender que también lo están sus imaginaciones y sus proyectos; y cualquier futuro en el que creamos desde este mundo de esclavitud tendrá que ser, ya desde nuestra creencia misma, un futuro esclavo; cambio de cara del Señor para seguir siendo el mismo y mantener dinámicamente su dominio.

B) Otra, histórica. La mera observación de unos cuantos hechos que tenemos a la vista: si nos fijamos en los cebos del progreso, los chismes de confort, los medios de facilitar la vida y de ayudarnos a gozar de ella, notaremos enseguida una diferencia entre los más antiguos de ellos, tales como el tren, el servicio de correos y telégrafos, la calefacción de agua, telares mecánicos o grúas, y los más recientes, como el automóvil individual, la televisión, el cemento armado, los satélites artificiales: de los primeros puede todavía sentirse, aunque sea dudosamente, que sirven realmente para algo de lo que dicen, para facilitar un poco el vivir, para liberar un poco de penas, trabajos y preocupaciones, para ayudar un poco a gozar de las otras cosas; respecto a los segundos, en cuanto los miramos serenamente y sin tomar por sentimientos nuestros los tópicos de la propaganda, apenas cabe duda alguna de que no sirven para nada de eso, sino más bien para lo contrario: para carga, para aumento y construcción de las dificultades, para alejamiento de los goces. Y bien, ¿qué quiere decir esto? Uno diría que está bastante claro: que a medida que el progreso ha ido desarrollando sus realizaciones y consolidando sus ideales, ha venido demostrándose como elemento de opresión y de esclavitud; que a medida que el progreso progresaba, revelaba la verdad de su mentira.

Y, sin embargo, por la propia inercia de la Historia, parece estar tan sólido y arraigado todavía el dominio de ese ideal funesto, hasta entre los mismos enamorados de la libertad, que seguramente muchos dudaréis si tomaros este sermón en serio. Y eso a pesar de que bien tenéis por lo menos el ejemplo de tantas bandadas de muchachos por Norteamérica o por Europa que, más o menos torpemente y con más o menos desviaciones, aciertan a rechazar con su propia vida algunos de los aspectos de ese ideal y sus realizaciones.

Hermoso sería el día, hermosa la noche, que estallaran unos cuantos atentados llameantes contra coches particulares, contra el cemento de autopistas y bloques de viviendas, contra antenas de televisión por los tejados. Y que a las llamas de esos atentados contra los símbolos del progreso pudieran leerse algunas claras palabras que explicaran a los rebaños metropolitanos cómo esos atentados, por el hecho mismo de no ir contra las figuras tradicionales del poder, sino contra sus formas más progresadas de imposición en la vida, iban más al corazón de un poder que ha puesto su corazón en su progreso. Entre tanto, me habré de contentar con invitar a los lectores a través de estas letras impresas a pronunciar conmigo algunos mueras como los siguientes:

¡MUERA EL AUTOMÓVIL!

¡MUERA LA TELEVISIÓN!

¡MUERA EL FUTURO!

¡MUERA EL TIEMPO!

Y si acaso todavía, tú que me lees, te quedas preocupado al leer esto y me preguntas inquieto por tu futuro o por el futuro de tus nietos, y que, bien, que tal vez no esté mal eso de rebelarse contra el progreso, pero que qué vamos a hacer después, que bien está destruir, pero que, de todos modos, habrá que ver cómo va a vivir la gente, cómo va a construirse, en suma, el reino del futuro, a eso no me queda sitio para contestarte más que lo siguiente: que si tú eres anarquista, mi abuela se llamaba Acracia.

La descommunal. Revista de patrimonio y comunidad

La descommunal

 

La descommunal es una nueva revista en formato electrónico de «patrimonio y comunidad». El primer número, el CERO, contiene algunas reflexiones muy interesantes sobre el patrimonio como bien comunal.

Es una revista que promete… En este numero cero encontramos algunos materiales de gran interés como por ejemplo los siguientes artículos: «Pasado, propiedad y poder: Crítica desde una Arqueología anarquista a la construcción estatal y académica del Patrimonio arqueológico en Argentina», «Epistemología local y descolonización del Patrimonio inmaterial de los saberes y conocimientos tradicionales» y otro sobre una experiencia de autogestión en territorio mapuche. Además hay muchos otros materiales como el relato titulado «BIC, un superhéroe patrimonial».

Página web de La Descommunal

 

La voz del concejo

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La voz del concejo

La voz del concejo es el título de un proyecto de serie documental en formato audiovisual que pretende abordar la figura histórica de los concejos, la primera entidad representativa de la democracia de la historia.

El desconocimiento que existe de esta figura del concejo hace que sea vulnerable a la incomprensión de la misma.

El objetivo de este documental, es pues, esclarecer qué son los concejos, cómo se organizan, cuál es su historiadónde existe la figura del concejo en el territorio nacional, por qué es importante defenderlos.

Pero no sólo ello. El documental pretende indagar también en los aspectos complejos u opacos que encierra la figura de los concejos, de forma que ayuden a analizarlos como realmente son, con sus puntos fuertes y sus puntos débiles.

 

Concejo de vecinos from Bambara Zinema on Vimeo.

Espacio de encuentro para el pensamiento crítico

Concejo

 

 

«Cuando sentimos que se rompe el cerebro y se quiebra en grito el salmo en la garganta, comenzamos a comprender. Un día averiguamos que en nuestra casa no hay ventanas. Entonces abrimos un gran boquete en la pared y nos escapamos a buscar la luz desnudos, locos y mudos, sin discurso y sin canción.»

León Felipe, El poeta y el filósofo

El nº 1 de Concejo, que se abre con las palabras de León Felipe, promete ser un espacio de encuentro para el pensamiento crítico. En palabras de quienes han hecho el esfuerzo de publicar este primer número: «Concejo parte de una obstinada pretensión, de un deseo no disimulado en el confesionario de este descansillo, de este zaguán, el conseguir apuntalar un área donde el pensamiento crítico de Burgos eche a rodar la mecánica del verso, el engranaje de la palabra, con el otro, en el encuentro».

Este primer número ofrece una profunda reflexión sobre lo que pudo haber sido y lo que terminó siendo el llamado movimiento del 15M y otra reflexión, el observador observando, sobre el papel de cada uno de nosotros en el cambio de modelo, en la que la crítica al sistema se extiende a la crítica a cada uno de nosotros, a nuestras actitudes y a nuestra adaptación al sistema que solemos criticar. Se echa en falta una reflexión más, algo que podría titularse «el observador observado» en la que quien hace las reflexiones anteriores se descubra a sí mismo como parte también de todo aquello que ve en los demás.

Porque, según una cita de Walter Benjamin que se repite a lo largo de los textos de este primer número, «no hay otra cosa que haya corrompido más a la clase trabajadora alemana que la idea de que ella nada con la corriente». Este es el problema: que todas nosotras nadamos con la corriente, aunque a veces pretendamos que parezca que vamos contra la corriente.

Quienes tengais interés en adquirir un ejemplar o en contribuir con algún texto para los próximos números podeis poneros en contacto con quienes la editan enviando un correo electrónico a correo.concejo(arroba)yahoo.es