La razón salvaje

Juanma Sánchez Arteaga, La razón salvaje, Ediciones Lengua de trapo, 2007

la razón salvaje
Una puesta en cuestión de la supuesta superioridad de la racionalidad tecno-científica de la modernidad por parte de alguien que practica activamente el difícil arte del desaprendizaje, porque, tal como él mismo confiesa, «la tarea de desaprender activamente algunos de los propios mitos puede convertirse en una simple cuestión de supervivencia».

Porque… «en una cultura que rechaza cada vez más patentemente toda concepción de las relaciones humanas con la naturaleza fuera de ese marco unidimensional de racionalidad utilitaria, resulta extremadamente difícil plantear el problema de las íntimas relaciones históricas entre la tecnociencia moderna y las instituciones contemporáneas de dominación social

La sociedad desescolarizada

Ivan Illich, La sociedad desescolarizada, Traducción de Gerardo Espinosa, Barral Editores, 1964

«La escuela es la agencia de publicidad que le hace a uno creer que necesita la sociedad tal como está.» (p. 145)

Ivan Illich

«Debo a Everett Reimer el interés que tengo por la educación pública. Hasta el día de 1958 en que nos conocimos en Puerto Rico, jamás había yo puesto en duda el valor de hacer obligatoria la escuela para todos. Conjuntamente, hemos llegado a percatarnos de que para la mayoría de los seres humanos, el derecho a aprender se ve restringido por la obligación de asistir a la escuela

La propuesta de Ivan Illich es «desescolarizar la sociedad y no tan sólo reformar el sistema educacional establecido», porque la escuela «sirve como ritual de iniciación a una sociedad de consumo orientada hacia el crecimiento, tanto para ricos como para pobres».

Para Ivan Illich se trata de desescolarizar la sociedad, de acabar con la escolarización obligatoria. No se trata de cambiar de modelos, ni de reformar la escuela. Se trata de que no haya escuela, porque acabar con la escuela es el primer paso para acabar con el orden económico actual basado en la producción y consumo crecientes, ilimitados, competitivos y obligatorios, y del orden político construido sobre el estado-nación controlador y represor en cuyo seno la escuela es la encargada de su justificación y de su mantenimiento. Porque, «mientras no nos percatemos del ritual a través del cual la escuela moldea al consumidor progresivo -el recurso principal de la economía- no podemos romper el conjuro de esta economía y dar forma a una nueva».

Algunos extractos:

p. 13:

“Tanto el pobre como el rico dependen de escuelas y hospitales que guían sus vidas, forman su visión del mundo y definen para ellos qué es legítimo y qué no lo es…”

“Las burocracias del bienestar social pretenden un monopolio profesional, político y financiero sobre la imaginación social, fijando normas sobre qué es valedero y qué es factible. Este monopolio está en las raíces de la modernización de la pobreza. Cada necesidad simple para la cual se halla una respuesta institucional permite la invención de una nueva clase de pobres y una nueva definición de la pobreza.”

“Una vez que una sociedad ha convertido unas necesidades básicas en demandas de bienes producidos científicamente, la pobreza queda definida por normas que los tecnócratas cambian a su amaño. La pobreza se refiere entonces a aquellos que han quedado cortos respecto de un publicitado ideal de consumo en algún aspecto importante.”

p. 14:

“Los pobres siempre han sido socialmente impotentes. El apoyarse cada vez más en la atención y cuidado institucionales agrega una nueva dimensión a su indefensión: la impotencia psicológica, la incapacidad de valerse por sí mismos…

p. 15:

“… cada vez más incapaces de organizar us propias vidas en torno a sus propias experiencias y recursos dentro de sus propias comunidades.”

p. 17:

“Debería ser obvio el que incluso con escuelas de igual calidad un niño pobre rara vez se pondrá a la par de uno rico. Incluso si asisten a las mismas escuelas y comienzan a la misma edad, los niños pobres carecen de la mayoría de las oportunidades educativas de que dispone al pasar el niño de clase media.”

p. 18:

“En las naciones pobres, la pobreza modernizada afecta a más gente y más visiblemente, pero también -por ahora- más superficialmente.”

“La mayoría de los países de América Latina han llegado al punto de “despegue” hacia el desarrollo económico y el consumo competitivo y, por lo tanto hacia la pobreza modernizada: sus ciudadanos aprenden a pensar como ricos y vivir como pobres.”

p. 21:

«Se reconoce de manera general hoy por hoy que el medio ambiente físico quedará destruido dentro de poco por la contaminación bioquímica a menos que invirtamos las tendencias actuales de producción de bienes físicos. Debería reconocerse asimismo el que la vida social y personal está igualmente amenazada por la contaminación del Ministerio de Salud, Educación y Bienestar, subproducto inevitable del consumo obligatorio y competitivo del bienestar.»

p. 22:

“El que todos tengan iguales oportunidades de educarse es una meta deseable y factible, pero identificar con ello la escolaridad obligatoria es confundir la salvación con la iglesia. La escuela ha llegado a ser la religión del proletariado modernizado, y hace promesas huecas a los pobres de la era tecnológica.”

p. 30:

“… una sociedad en la que el progreso social está ligado, no al conocimiento comprobado, sino al historial de aprendizaje mediante el cual presuntamente se adquiere”

“La desescolarización de la sociedad implica el reconocimiento de la naturaleza ambivalente del aprendizaje. La insistencia en la sola rutina podría ser un desastre; igual énfasis debe hacerse en otros tipos de aprendizaje. Pero si las escuelas son el lugar inapropiado para aprender una destreza, son lugares aún peores para adquirir una educación. La escuela realiza mal ambas tareas, en parte porque no distingue entre ellas. La escuela es ineficiente para instruir en destrezas por ser curricular. En la mayoría de las escuelas, un programa cuyo objetivo es mejorar una habilidad está siempre concatenado a otra tarea no pertinente. La historia está amarrada al progreso en matemáticas, y la asistencia a clases al derecho a usar el patio de juegos.”

p. 37:

“La sociedad tradicional se asemejaba más a un grupo de círculos concéntricos de estructuras significativas, mientras el hombre moderno debe aprender el cómo hallar significación en muchas estructuras con las que está relacionado de manera sólo marginal. En la aldea, el lenguaje, la arquitectura, el trabajo, la religión y las costumbres familiares eran compatibles entre sí, se explicaban y reforzaban mutuamente. El desarrollarse en una implicaba un desarrollo en las otras. Incluso el aprendizaje especializado era el subproducto de actividades especializadas… La educación no competía en tiempo ni con el trabajo ni con el ocio. Casi toda la educación era compleja, vitalicia y no planificada.”

Naturaleza, ruralidad y civilización

Félix Rodrigo Mora, Naturaleza, ruralidad y civilización, Ed. Brulot, 2008

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«… hemos de ir delineando paso a paso, a través del estudio, la movilización, el debate y la reflexión, los rasgos medulares de una sociedad emancipada del dominio político-técnico.» (p. 75)

Colección de varios ensayos y conferencias de Félix Rodrigo Mora en los que reflexiona sobre los orígenes del Estado capitalista, su evolución hasta la situación actual y en los que propone posibles alternativas basadas en la vuelta a las pequeñas comunidades campesinas autosuficientes, convivencialistas, basadas en los bienes comunales, en la ayuda mutua y en el esfuerzo y servicio desinteresados, y formadas por personas libres, autónomas, soberanas, creativas y activas.

Tanto los análisis como las propuestas de Félix son muy criticados por algunos sectores de izquierdas y anarquistas que, debido a una lectura rápida y llena de prejuicios, los consideran reaccionarios y contrarrevolucionarios. Asel Luzarraga escribió hace algún tiempo un texto de gran interés para comprender el pensamiento de Félix Rodrigo Mora: «Sobre la crítica a los textos de Félix Rodrigo Mora«

Desesperar

Pedro García Olivo, desesperar, Ediciones La Revuelta, 2014

desesperar

«Solo la desesperación nos libera de la mentira interior; solo ella nos devuelve a la realidad árida, desnuda, casi cadáver, de una condición humana ajena al menor brillo y a la más nimia trascendencia… un reconocimiento frío y sosegado de nuestra pequeñez de mugre, de nuestra insignificancia de ruido tenue en medio de una noche cualquiera, de nuestra importencia de hojarasca mecida por los vientos más comunes»  (de la contraportada)

Versión para leer y/o descargar en PDF

Teoría de la revolución por venir

Pedro M. Hurtado Valero, Teoría de la revolución por venir, Casapalma, 1997

Hurtado Valero

Libro leido, releido, consultado, hojeado y ojeado… tantas veces… y sin embargo en cada nueva lectura vuelvo a sorprenderme con la lucidez de su autor.

La revolución por venir sólo puede ser una revolución que empiece por cada uno de nosotros. No vivimos en un mundo en el que hay opresores y oprimidos, pues cada opresor es también un oprimido y cada oprimido es un opresor. El antagonista no es tanto el estado como las formas de relación vigentes. La revolución por venir no tendrá como fin acabar con un orden para instaurar otro, sino provocar el desorden y la incertidumbre: «la actitud revolucionaria debe ser, no lo que altera un orden definido, sino lo impensable, lo fuera de orden», porque «la revolución genuina se define por su perenne voluntad de cambio, imprevisible y aventurera». No se trata de luchar por una utopía, pues «la utopía propone soluciones a lo actual, definidas necesariamente desde el mismo sistema; con eso continúa pensando dentro del orden presuntamente agredido». Tampoco se trata de protestar contra el orden vigente o contra sus consecuencias, porque «las protestas defienden valores radicados en el orden que nos constituye». La revolución por venir tendrá como protagonistas a individuos libres de los condicionantes del orden vigente, individuos que se afirmen a sí mismos como puntos preñados de energía que contraen relaciones de fuerza con otros. La nueva revolución deberá prescindir de la idea de tiempo orientado, de crecimiento y progreso. No se debe buscar ningún sentido al acontecer humano, pues no lo tiene. No existe ningún proceso histórico-lógico y por tanto no hay mundos mejores y peores. La actitud revolucionaria se asienta en el espíritu libre y en el acontecer en el que no hay medios ni fines.

Ante el colapso de la civilización industrial que se avecina no cabe pensar en alternativas y en elaborar teorías, pues todo lo que pensemos estará siempre imbuido del pensamiento sobre el que se sustenta el actual orden y la civilización vigente: «De aquí que el profundo pensar para el cambio sólo pueda ser un pensar exterior al sistema». Los cambios nunca provienen de las teorías sino de las prácticas. Las posibilidades de auténtico cambio serán creadas por práctica y por pensamientos que se sitúen fuera del sistema, más allá de sus márgenes: «Únicamente el pensamiento más osado, por casualidad, podría deteriorar el sistema y abrir opciones de mudanza suprema». Si son posibles nuevas teorías de lo por venir serán teorías que más que pensar en vías de cambio, las creen y las hagan posibles transitando por lo desconocido. Para ello no se puede confiar en fomentar una cultura de masas más digna, pues es imposible. «La salida se encuentra en una cultura colectiva cuyo tema obsesivo sea éste: maldecir la masa, descomponer su estúpida inercia, remover al individuo». Cada individuo, cada uno de nosotros, cada individuo deberá desprenderse de la masa y «despojarse del ser que lo define, en una búsqueda constante de vías nuevas de ser».

Comunidades sin Estado en la montaña vasca

Sales Santos e Itziar Madina, Comunidades sin Estado en la Montaña Vasca, Hagin, 2012

 

Comunidades sin estado
También se puede indagar en la historia oculta de los pueblos, la que, casi siempre deliberadamente, se nos esconde. La Historia con mayúsculas se suele ocupar de los relatos del poder. Es un reflejo del mundo tal como lo ven los poderosos. Para acercarse a la historia de los pueblos, a lo que algunos llaman la no-historia o la contra-historia, es necesario mirar de otra forma. Es imprescindible buscar las trazas de lo que fue o de lo que pudo ser la vida de los pueblos en los restos «deshilachados» que han llegado hasta nosotros a través de los símbolos, los ritos, las fiestas, las tradiciones orales, la mitología, las pervivencias de organizaciones sociales tradicionales… La documentación escrita no se suele ocupar mucho de los sometidos, aunque también en ella se pueden encontrar trazas de cómo vivieron.

En este libro, sus autores tratan de lanzar su mirada hacia un pasado que suele permanecer oculto. El pasado de unos pueblos, de unas comunidades, que en algún momento organizaron su vida al margen de los poderes estatales y que se esforzaron por mantenerse al margen, aunque no siempre con éxito.

A pesar del esfuerzo realizado, el resultado decepciona un poco. Aportan una visión que a veces es demasiado simplificadora y bastante idealizada de unas formas de vida que imaginan idílicas a partir de unos pocos datos y de las mistificaciones e interpretaciones ya conocidas.

Espacio de encuentro para el pensamiento crítico

Concejo

 

 

«Cuando sentimos que se rompe el cerebro y se quiebra en grito el salmo en la garganta, comenzamos a comprender. Un día averiguamos que en nuestra casa no hay ventanas. Entonces abrimos un gran boquete en la pared y nos escapamos a buscar la luz desnudos, locos y mudos, sin discurso y sin canción.»

León Felipe, El poeta y el filósofo

El nº 1 de Concejo, que se abre con las palabras de León Felipe, promete ser un espacio de encuentro para el pensamiento crítico. En palabras de quienes han hecho el esfuerzo de publicar este primer número: «Concejo parte de una obstinada pretensión, de un deseo no disimulado en el confesionario de este descansillo, de este zaguán, el conseguir apuntalar un área donde el pensamiento crítico de Burgos eche a rodar la mecánica del verso, el engranaje de la palabra, con el otro, en el encuentro».

Este primer número ofrece una profunda reflexión sobre lo que pudo haber sido y lo que terminó siendo el llamado movimiento del 15M y otra reflexión, el observador observando, sobre el papel de cada uno de nosotros en el cambio de modelo, en la que la crítica al sistema se extiende a la crítica a cada uno de nosotros, a nuestras actitudes y a nuestra adaptación al sistema que solemos criticar. Se echa en falta una reflexión más, algo que podría titularse «el observador observado» en la que quien hace las reflexiones anteriores se descubra a sí mismo como parte también de todo aquello que ve en los demás.

Porque, según una cita de Walter Benjamin que se repite a lo largo de los textos de este primer número, «no hay otra cosa que haya corrompido más a la clase trabajadora alemana que la idea de que ella nada con la corriente». Este es el problema: que todas nosotras nadamos con la corriente, aunque a veces pretendamos que parezca que vamos contra la corriente.

Quienes tengais interés en adquirir un ejemplar o en contribuir con algún texto para los próximos números podeis poneros en contacto con quienes la editan enviando un correo electrónico a correo.concejo(arroba)yahoo.es