Comunes contra y más allá del capitalismo

El despegue del capitalismo se produjo cuando éste, por medio de cerramientos, desamortizaciones y privatizaciones de tierras que siempre habían sido comunales y trabajadas en «común», arrebató los medios de vida y la autonomía a quienes pasarían a engrosar los ejércitos de trabajadores, dando lugar a una nueva clase social, el proletariado, formada por los desposeidos, por todas aquellas personas a las que se les arrebataron sus formas de reproducción de la vida y todos sus saberes; una nueva clase social formada por todas aquellas personas pertenecientes a las comunidades que fueron desarraigadas y expulsadas de las tierras que les habían proporcionado durante miles de años los medios necesarios para la vida y para su reproducción.

Los «comunes» por tanto evocan un potente imaginario para quienes buscamos alternativas al capitalismo que ha degradado el planeta, las relaciones entre las personas y que ha acabado con la capacidad de las personas para producir y reproducir sus vidas. Cualquier alternativa a este sistema que se ha apoderado del planeta que habitamos y del universo entero y que, en nombre de la libertad, ha esclavizado a toda la población de la tierra, debe buscar la autonomía de las comunidades humanas y la recuperación de los «comunes».

Pero la voracidad del capitalismo no tiene límites. Si el robo de los comunes sirvió para su despegue, en la actualidad, para su perpetuación necesita arrebatar y apropiarse hasta de la idea de los comunes, ya que los comunes también pueden ser utilizados bajo la lógica del capital para crear valor y producir mercancías a menor coste y bajo la apariencia de un nuevo capitalismo vestido de socialismo autogestionario.

Una vez más, ha sido gracias kutxikotxokotxikitxutik, que hemos podido conocer un interesantísimo trabajo de Silvia Federici y de George Caffentzis titulado «Comunes contra y más allá del capitalismo«, que ha sido traducido al castellano y publicado en la revista El Apantle, Revista de estudios comunitarios. Esta es la pregunta fundamental que nos lanzan: «¿Cómo podemos prevenir la cooptación de los comunes y su conversión en plataformas desde las que la clase capitalista decadente pueda rehacer sus fortunas?

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Silvia Federici y George Caffentzis

La introducción ubica con bastante precisión la problemática que pretenden analizar:

Cada vez más, el término “común” tiene mayor presencia en el lenguaje político, económico e incluso en el inmobiliario. Derecha e izquierda, neoliberales y neokeynesianos, conservadores y anarquistas utilizan el concepto en sus intervenciones. El Banco Mundial acogió el término cuando, en abril de 2012, dictaminó que toda investigación que llevase su sello debía ser “de libre acceso mediante una licencia Creative Commons –una organización sin ánimo de lucro cuyas licencias por derechos de autor tienen como objetivo favorecer un mayor acceso a la información a través de Internet” (Banco Mundial, 2012). Incluso The Economist, un paladín del neoliberalismo, ha saludado el uso de este término a través de los elogios vertidos sobre Elinor Ostrom –decana de estudios sobre lo
común– en su obituario: A ojos de Elinor Ostrom, el mundo poseía una gran cantidad de sentido común. La gente, sin nada sobre lo que apoyarse, crearía formas racionales de supervivencia y de entendimiento. Aunque el mundo tuviese una cantidad limitada de tierras cultivables, de bosques, de agua o de peces, sería posible compartirlo todo sin agotarlo y cuidarlo sin necesidad de contiendas. Mientras otros autores hablaron de la tragedia de los comunes con pesimismo, centrándose tan sólo en la sobrepesca o la explotación agrícola en una sociedad de codicia rampante, Ostrom, con sus sonoras carcajadas, se convirtió en una alegre fuerza opositora (The Economist, 2012). Por último, es difícil ignorar el uso tan habitual que se hace del concepto “común” o “bienes comunes” en el actual discurso inmobiliario sobre los campus universitarios, los centros comerciales y las urbanizaciones cerradas. Las universidades elitistas que exigen a los estudiantes matrículas anuales de 50 mil dólares, se refieren a sus bibliotecas como “centros comunes de información”. En la vida social contemporánea, parece que es ley que cuanto más se ataca a los comunes, más fama alcanzan. En este artículo examinamos las razones detrás de estas tendencias y planteamos algunas de las principales preguntas que enfrentan hoy en día los comunitaristas anticapitalistas:
 ¿A qué nos referimos cuando hablamos de “comunes anticapitalistas”? ¿Cómo podemos crear, a partir de los comunes que nacen de nuestra lucha, un nuevo modo de producción que no esté basado en la explotación del trabajo? ¿Cómo podemos prevenir la cooptación de los comunes y su conversión en plataformas desde las que la clase capitalista decadente pueda rehacer sus fortunas?

Commons contra y más allá del capitalismo. Informa de un debate con Silvia Federici y George Caffentzis

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