La palabra «común» es la raíz común de ambas palabras. Palabras que hacen referencia a lo que es común, a las gentes que se reúnen en torno a algo común, que viven compartiendo cosas en común, y a los lazos que esto crea entre ellas. La idea de propiedad privada que impone el sistema capitalista acabó con numerosas instituciones que tenían cientos o incluso miles de años de existencia y que fueron útiles a las generaciones que nos precedieron para organizar su vida y para reproducirse. El nuevo sistema de reproducción social basado en la propiedad privada, en la mercancía, el trabajo y el dinero, ha dado lugar a sociedades formadas por individuos desconectados entre sí, cuyas relaciones se establecen como si se tratara de un intercambio de mercancías. Son muchas las personas que buscan alternativas al sistema capitalista en el que vivimos, y uno de los elementos más importantes para su transformación es recuperar un sistema de relaciones sociales basado en lo común, y por tanto, creando comunidades, o como algunos dicen: comunalidades…
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La apuesta directa
El problema ahora es que hay muchos vigilantes y pocos locos. El problema ahora es que la jaula está en el interior del pájaro.
David Eloy Rodríguez
Este libro es una reflexión colectiva sobre caminos de emancipación. Hoy ya no podemos hablar del capitalismo como algo externo a nosotros, supuestamente la mayoría que anteriormente nos reconocíamos como «clase trabajadora», «clase obrera» o «proletariado». Hoy, el capitalismo somos nosotros, porque el problema, ahora, «es que la jaula está en el interior del pájaro». Los distintos autores nos proponen nuevos escenarios para la vida, escenarios de lucha y de recomposición comunitaria en los que poder salir de la jaula, caminos de emancipación a través de las grietas, como propone John Holloway, que se abren en las paredes entre las que estamos encerrados. No podemos ya, porque además es inútil, esperar a que alguien solucione los problemas, a que alguien organice mejor el mundo. Ni siquiera nosotros somos capaces ya de hacer propuestas de un mundo mejor, porque ya no hay un mundo mejor. Tendremos que ir construyendo nuestros mundos nosotros mismos, desde pequeñas comunidades en las que se creen ámbitos de solidaridad, de ayuda mutua, de cuidados y de afectos que permitan la reproducción de la vida.