Julio Cortázar, La escuela de noche, Deshoras, Alfaguara, 1983
Este cuento de Julio Cortázar es un buen ejemplo de la función que tiene la escuela: aprender lo que «alguna vez cumpliría para el bien de la patria cuando llegara la hora y el Rengo y la señorita Maggi dieran la orden de que empezara a cumplirse».
-Del orden emana la fuerza, y de la fuerza emana el orden.
-¡Corolario! -mandó Iriarte.
-Obedece para mandar, y manda para obedecer -recitó el cuadro.
La Escuela de Noche
De Nito ya no sé nada ni quiero saber. Han pasado tantos años y cosas, a lo mejor todavía está allá o se murió o anda afuera. Más vale no pensar en él, solamente que a veces sueño con los años treinta en Buenos Aires, los tiempos de la escuela normal y claro, de golpe Nito y yo la noche en que nos metimos en la escuela, después no me acuerdo mucho de los sueños, pero algo queda siempre de Nito como flotando en el aire, hago lo que puedo para olvidarme, mejor que se vaya borrando de nuevo hasta otro sueño, aunque no hay nada que hacerle, cada tanto es así, cada tanto vuelve como ahora.