Comunidad y comunalidad

La palabra «común» es la raíz común de ambas palabras. Palabras que hacen referencia a lo que es común, a las gentes que se reúnen en torno a algo común, que viven compartiendo cosas en común, y a los lazos que esto crea entre ellas. La idea de propiedad privada que impone el sistema capitalista acabó con numerosas instituciones que tenían cientos o incluso miles de años de existencia y que fueron útiles a las generaciones que nos precedieron para organizar su vida y para reproducirse. El nuevo sistema de reproducción social basado en la propiedad privada, en la mercancía, el trabajo y el dinero, ha dado lugar a sociedades formadas por individuos desconectados entre sí, cuyas relaciones se establecen como si se tratara de un intercambio de mercancías. Son muchas las personas que buscan alternativas al sistema capitalista en el que vivimos, y uno de los elementos más importantes para su transformación es recuperar un sistema de relaciones sociales basado en lo común, y por tanto, creando comunidades, o como algunos dicen: comunalidades…

Gracias, una vez más, a las contribuciones de kutxikotxokotxikitxutik contamos con un material de gran interés sobre este tema, una recopilación de ideas sobre comunidad y comunalidad, que recoge referencias comunitarias de autoría tan diversa como la del Comité Invisible (en “A nuestros amigos”);  Antón Dké (y un post de su “blog de Nanín”); Jtxo Estebaranz (y su “Capitalismo Mesetario e Igualitarismo Nutricio” de la obra colectica “Apuesta Directa”) y el imprescindible texto de Raúl Zibechi en la entrevista temática que con el título de “La Comunidad” se recoge en un libro publicado en Argentina “Dibujando fuera de los márgenes. Movimientos sociales en América Latina”.

Una selección de párrafos de esta recopilación:

En buen número de países europeos golpeados por “la crisis”, se asiste a un retorno masivo de la economía social y solidaria, y de las ideologías y cooperativas y mutualistas que la acompañan. Se propaga la idea según la cual podrían contribuir una “alternativa al capitalismo”. Nosotros en ella vemos más bien una alternativa al combate, una alternativa a la comuna. Para convencerse de ello basta con echar un vistazo al modo en que la economía social y solidaria ha sido instrumentada por el Banco Mundial, sobre todo en América del Sur, como técnica de pacificación política durante los últimos veinte años. (Comité Invisible)

Creo que deberíamos buscar inspiración en nuestra experiencia histórica, en las formas de autoorganización social que, con todos sus defectos y errores, más se aproximaron al ideal de autogobierno, como fueron las asambleas comunales organizadas en la Europa altomedieval y que duraron varios siglos, desde la caída del imperio romano hasta ser superadas por la modernidad industrial, son los concejos que en buena parte del mundo rural europeo han resistido hasta nuestros días, eso sí, totalmente desvirtuados, privados de comunales y en fase de absoluta decadencia, previa a su extinción definitiva a cargo del  sistema que fuera implantado por la revolución liberal-burguesa. (Antón Dké)

De este modo, este nuevo anticapitalismo, que nace en un horizonte de creciente escasez material, requiere de la construcción de una nueva alianza social construida desde el plano de la organización de la subsistencia. Un movimiento contestatario que coja su lugar desde experiencias prácticas que propongan un nuevo modelo de relación social igualitario, nucleado alrededor de propuestas nutricias, que posibiliten la reapropiación y la reinvención de las destrezas básicas en lo material y en lo relacional. Pero todo ello habrá de surgir desde una lenta experimentación colectiva en desafío, en la que se tendrán que dejar atrás muchas de las certezas que hemos adquirido o heredado, volver a reinventar muchas de las descartadas y estar siempre en disposición a aprender otras muchas que se vayan generando. (Jtxo. Estebaranz)

No le llamaría antropología, sino una forma de pensar y hacer centrada en la persona que vive en una construcción más amplia, en constante interacción en una comunidad concreta. Es un nuevo sujeto. Digo siempre que la comunidad no es, se hace; no es una institución, ni siquiera una organización, sino una forma que adoptan los vínculos entre las personas. Creo que no existe una comunidad abstracta y general. Diviso en los movimientos sociales un tejido antropológico basado en las comunidades en movimiento, ellas mismas son movimiento. Constato que se desarrolla así una inusual gratuidad en los vínculos. De este modo, la comunidad manifiesta una disponibilidad hacia lo común, siempre alerta, siempre generosa. Después de mucho andar siempre llego a la misma prudencia por una pasión serena, diría: no hablo de comunidades sin problemas, ya que los tienen y muchos, y porque sería negar su real validez incluso en la resolución de los conflictos que se suscitan. La comunidad es movimiento, con un esfuerzo constante por actualizar lo común, y lo común es a mi juicio lo no absolutamente realizable, es una universalidad abierta, no aferrable en su plenitud. La comunidad que he podido conocer en mi largo caminar por América Latina es un devenir, un intento, un avance. Veo esta permanente dinámica en los movimientos, ese espacio donde la comunidad se desarrolla como terreno de configuración particular e histórica de lo común, y lo común como virtualidad que late y se actualiza en la comunidad. El hacer comunitario, con su lógica apertura a contradicciones y ambivalencias internas, nos informan de la contemporaneidad radical de la comunidad respecto de otros modos de cooperación y organización social. (Raúl Zibehci)