Neorrurales

Regresar al campo desde la ciudad puede tener diferentes significados. A lo largo del tiempo han sido muchas las gentes que han buscado en el campo distintas formas de retiro del mundanal ruido, buscando una vida más sencilla y más «natural». A partir de mediados del pasado siglo se produjeron movimientos de personas que abandonaban la ciudad para regresar al campo, la mayoría de las veces excesivamente idealizado, como una reacción contra la mercantilización de la tierra, de la fuerza de trabajo y de la vida en general, y contra la alienación y la disolución de los lazos sociales consecuencia del capitalismo.

Muchas de estas experiencias fracasaron y acabaron por disolverse y muchas otras fueron absorbidas paradójicamente por el mismo sistema del que pretendían escapar. El capitalismo en su fase más avanzada utilizó hábilmente muchas de estas experiencias alternativas para poner en valor económico, es decir, para generar más capital, el mundo rural como una nueva mercancía en forma de paisajes, espacios naturales, historia, arte, artesanía, producción bio-ecológica, etc… Gran parte de aquellos «neorurales» que pretendieron ser una alternativa a la mercantilización de todo y al consumismo desbocado, se convirtieron en los «gestores del paisaje», en los administradores de los «nuevos nichos de mercado» y en la mano de obra barata para los «nuevos yacimientos de empleo».

Es algo que ya hemos comentado más de una vez en este blog. El regreso al campo no tiene sentido si no se plantea desde una crítica radical al capitalismo, sin perder en ningún momento de vista que el objetivo no puede ser crear pequeñas islas dentro de este sistema, ya que esto no es posible, sino el de abrir grietas en él y luchar con todos los medios para hacer estas grietas cada vez mayores, creando redes de pequeñas comunidades en las que se vayan desarrollando nuevas formas de vida, con lógicas comunales no mercantiles ni basadas en el intercambio ni en la obtención de beneficios. Si el interés particular, la obtención de beneficios, la concepción del mundo como una inmensa fuente de recursos a explotar, el crecimiento constante y el progreso son las claves del capitalismo, las alternativas que se pueden poner en marcha desde una nueva concepción de lo rural deben partir de lo común. Lo comunal representa un concepto mucho más amplio que lo que puede entenderse como otra forma de propiedad. Lo común, son las obligaciones que tenemos como colectivo. Son estas obligaciones que cada individuo tiene para con el resto de los miembros de su comunidad las que conforman lo común. Por tanto lo comunal no es una forma diferente de propiedad, sino la abolición de ésta. Lo comunal es una forma de vida en la que no cabe el mercado, ni la explotación, ni la ganancia. Lo comunal es vivir en común, sabiendo que cada persona tiene obligaciones para con los demás, creando y compartiendo nuestros saberes, nuestros cuidados y nuestros esfuerzos en una comunidad de personas, animales y tierra.

Hemos leído un interesante artículo en el que se abordan algunas de las cuestiones aquí planteadas desde un punto de vista mucho más interesane del que esperábamos del tipo de publicación en el que aparece:

Neorrurales (Rita Calvário y Iago Otero)

STALKER: Tecnologías y emancipación social

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El próximo día 18 de marzo (sábado) tendremos la oportunidad de asistir a la segunda parte del «Seminario sobre tecnologías y emancipación social» (TAMAGOTCHI). En esta ocasión será la película de Andrei Tarkovsky Stalker la que nos pondrá en situación para continuar el debate que se inició hace algunas semanas con ocasión de la primera parte de este Seminario.

Esperamos que la película de Tarkovsky sirva para guiarnos, como lo hace el stalker, a través de la zona, que es el mundo que está fuera de nosotros, para poder verlo con nuevas miradas. Habitamos un mundo hecho, lleno de máquinas y de complejos artefactos tecnológicos  que creemos que sirven para la satisfacción de deseos infinitos. Stalker nos guiará por este mundo para ayudarnos a penetrar en el interior de nosotros mismos en busca de esos deseos que tanto necesitamos satisfacer, pero que no sabemos ni siquiera cuáles son, ni si realmente es posible satisfacerlos de alguna manera.

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Cita extraída de A. Baecque, «Andrei Tarkovsky», en Cahiers de Cinéma, 1989, p. 110

Más información en: http://www.lecturasdezamarraco.net/excursos.html

la revolución del capitalismo comunero

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El capitalismo hace ya mucho que se hizo socialista e inventó el Estado del Bienestar. Más tarde se hizo ecologista y se llamó Capitalismo Verde. La nueva tendencia entre los ideólogos más progresistas del capitalismo es hacer la revolución comunera. El capitalismo se vuelve revolucionario. Reniegan incluso de la palabra capitalismo. El capitalismo se vuelve anticapitalista, revolucionario y comunal. Pero sigue siendo capitalismo, pues no renuncia a aquello que es la sustancia principal del capitalismo: la constante y creciente creación de valor.

En otras épocas el capitalismo retomó y reutilizó ideas como el socialismo para crear sociedades de la abundancia relanzando el consumo por medio de un cierto equilibrio en el reparto de la riqueza, mediante el expolio de los recursos de la mayor parte de la población mundial, que quedaba fuera de cualquier clase de reparto, y mediante la destrucción de la naturaleza. También retomó y reutilizó el ecologismo para abastecer el nuevo mercado de las elites preocupadas por su salud y por la salud de «su» planeta, mientras siguen destruyendo los recursos naturales.

Ahora, desde determinadas plataformas y colectivos como el denominado «Grupo de Cooperativas de las Indias«, se promueve la revolución para cambiar el sistema económico partiendo de lo comunal y lo comunitario, pero sin cambiar nada en el fondo. Productividad, trabajo, eficiencia, tecnología, desarrollo, abundancia, sostenibilidad… son ideas que permenecen inalterables. Su propuesta recuerda a aquello que tanto se suele repetir de la novela de Lampedusa: «Cambiarlo todo para que nada cambie».

Esta utopía capitalista es descrita y promovida en su «Manifiesto Comunero«.

tamagotchi: seminario sobre tecnología y emancipación social

tamagochiAunque con cuerpo propio, Tamagotchi nace en Burgos a modo de interludio entre lo que fue el I Taller de Crítica a la Economía, del que se ha cumplido ya un año, y lo que será el segundo. La insoslayable problematización de las cuestiones sociales con la aparición, en la trama de la historia, de las tecnologías, y la práctica imposibilidad de imaginar hoy el mundo sin ellas, nos obliga a dotarnos de un tiempo y un espacio propios para su reflexión. Desde una perspectiva cercana a la filosofía analítica, se quiere poner especial cuidado en hacer asequible a todo el aforo de posibles interesados -independientemente de su bagaje cultural o del contacto previo con estas temáticas- la producción discursiva de este encuentro: se tratará sobre todo de pensar en común. Todos los conceptos o categorías con algún grado de complejidad o esoterismo serán debidamente rodeados, asediados, para evitar oscurantismos o algún tipo de distanciamiento de esos que generan castas del saber. Es, por lo tanto, este seminario, un esfuerzo por hacer del conocimiento un bien común y del pensar una práctica colectiva.

Los documentos de trabajo, en ningún modo imprescindibles para seguir el desarrollo del seminario; las acreditaciones, mínimas, de los ponentes; así como algún enlace de interés, están disponibles en el programa digital alojado en la web de la editorial que impulsa esta iniciativa. Con ella, Lecturas de Zamarraco, sigue queriendo hacer su aportación en la construcción de un proyecto comunal amplio, popular, desde donde poder vincular luchas sociales, territorio, memoria, comunidad…

Días: sábado 11 de febrero (sesión de mañana: 10:30 horas, sesión de tarde: 17:00 horas) y domingo 12 de febrero (sesión de mañana: 10:30 horas)
Lugar: Biblioteca La Maldita (C/ Las Escuelas Nº 8, Gamonal, Burgos)

Noticia en Diario de Vurgos

Soberanía del saber

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Del 18 al 22 de enero tendrán lugar en Balmaseda (Bizkaia) las Primeras Jornadas de «Soberanía del saber».

Parece una enorme contradicción que en el marco de estas jornadas, denominadas de «soberanía del saber», se caiga también en la sumisión a la soberanía del saber impuesto desde arriba, la soberanía de la lengua extranjera que se nos impone cada vez más en todos los ámbitos de nuestras vidas. No se entiende por qué un «espacio abierto» debe llamarse «Open Space».

En cuanto al «formato TED»… no sólo supone una sumisión a la lengua impuesta, sino que va más allá. En primer lugar se da por hecho que todos debemos estar al tanto de la últimas tendencias que se nos imponen para regular nuestras relaciones personales. Pero lo peor de todo es que se acepta sumisamente la necesidad de establecer «formatos» desarrollados por y para el mercado y que se imponen a las formas naturales de comunicación entre las personas.

Por lo demás el programa de estas jornadas parece interesante. Tendremos que acudir aunque solo sea para denunciar la imposición de los saberes hegemónicos hasta en estos espacios supuestamente críticos.

RAPTO, SECUESTRO Y MUTILACIÓN METÓDICA DE LOS JÓVENES

RAPTO, SECUESTRO Y MUTILACIÓN METÓDICA DE LOS JÓVENES. ¡DE ESO VIVES, PROFESOR!

pedritoCharla de Pedro García Olivo en Bizkaia, destemplada, contra los amigos del asentimiento y de la moderación, muchos de los cuales ejercen de educadores mercenarios, alegando cínicamente que dan clases para contribuir a la transformación de la sociedad…
Se ha fijado para el día 20 de enero, en el seno de las jornadas “Soberanía del Saber”, que se celebrarán, del 18 al 22 en Bizkaia.
Para esas fechas quizás esté ya en el mundo “Nada que salvar”, obra editada en Barcelona por el colectivo “Bauma”, que integra “El irresponsable” y “El enigma de la docilidad”. Copiamos “Empieza la tragedia”, prólogo de ese volumen doble.
EMPIEZA LA TRAGEDIA
(A modo de prólogo)
“Nada que salvar” es una expresión equívoca, ambigua como la luz de la noche…
1)
“Nada que salvar” porque ya no toleramos ninguna actualización de la figura del Redentor, no admitimos más benefactores estusiásticos y nos sobran todos esos auxiliadores conmiserativos, de profesión o vocacionales, que se consagran a Lo Social a veces para asegurarse un sueldo y otras bajo las redes de la ilusión o del engaño. Ya hace años que Iván Illich manifestó, casi encorajinado, esta desestimación de todos los hipócritas sonreidores que se denominan “amigos de la Humanidad” y caen sobre el otro como aves de presa, imponiendo su filantropía, rentabilizándola, parasitando la causa ajena, reconduciéndola hacia el Estado o hacia la política organizada, pedagogizando siempre. El inicio y el final de su célebre conferencia de 1968 lo decía todo: “Al diablo con las buenas intenciones” y “no nos vengan a ayudar”, respectivamente.
La antipedagogía, esa sangre que corre por las venas de “El irresponsable”, no es solo una crítica radical de toda forma de Escuela. Deviene, en última instancia, como una denegación absoluta de todas las figuras del despotismo y del dirigismo moral e intelectual. Porque la “disposición pedagógica”, que se cifra en la voluntad sostenida de incidir, de intervenir, sobre la consciencia del otro, sobre la subjetividad de los demás, alegando cínicamente que tal influjo sistemático se ejerce “por el propio bien” del invadido, acompaña desde la Modernidad a todas las antropotécnicas, estatales y para-estatales, empeñadas en la reinvención del ser humano, y sustenta el muy “ilustrado” proyecto eugenésico de una reforma moral y caracteriológica de las poblaciones. De ahí que la crítica antipedagógica no solo rechace la función social y el perfil psicológico del Profesor, sino que también impugne la pretensión de majestad del Juez, del Médico, del Legislador, del Político, del Educador Social, del Periodista,…
“El irresponsable” aparece, así, como un grito de dolor, exclamación de angustia que adquiere hoy una pertinencia casi estremecedora, porque estamos a punto de morir de pedagogía… Pedagogía en tiempos de guerra. Pedagogía al gusto del Demofascismo. Cuando todas las luchas desembocan en la defensa del Estado del Bienestar, del Estado Social de Derecho, ese “dulce Leviatán” armado hasta los dientes de pedagogías blancas, atañe a los irresponsables dar la espalda al repartidor de caramelos, cerrar los oídos a la cháchara ciudadanista y emprender la Fuga como se empuña un arma. Y la Fuga se resuelve, entonces, como un desacobardado, y a menudo desatinado, lanzar piedras contra el principio de realidad capitalista —arrojar cascotes, por tanto, contra lo que somos, mientras nuestros pasos nos conducen a un margen donde deconstruirnos.
2)
“El irresponsable” se hace cargo, pues, del título de esta obra en su acepción más amable. Pero “El enigma de la docilidad” atiende a su segundo sentido, acerbo e inquietante: ¿Y si, por fin, no hubiera “nada que salvar” porque, a estas alturas de la historia, ya es demasiado tarde? La teoría del Demofascismo, en torno a la cual se vertebra la obra, puede valorarse como una documentación del pesimismo y hasta como una epifanía de la desesperación. Parece decirnos, con Emil Cioran, que “el experimento Hombre ha fracasado”, que nos preside una providencia negativa. Si el “policía de sí mismo” se corresponde ya con la forma de consciencia mayoritaria, si ese perfil psico-político aspira de verdad a la exclusividad, a la totalidad, pudiéndose hablar de la emergencia y endurecimiento de la Subjetividad Única, un mismo tipo de alma, de ser, de sujeto, a penas sí superficialmente diversificado a lo largo y ancho de todo el planeta, si eso es así, y el paisaje humano ha quedado homogeneizado para siempre, sancionando el exterminio planetario de la alteridad cultural y psicológica, entonces ya es verdadermente tarde para todo y nada ni nadie podrá nunca salvarnos de nosotros mismos.
Que el expansionismo (militar, económico, cultural…) y la docilidad casi absoluta de las sociedades son rasgos que el nuevo despotismo occidental comparte con los fascismos históricos constituye una evidencia clamorosa. Que, en ambos casos, la Diferencia se persigue y se anula (ayer por aplastamiento y hoy mediante la “integración”) es una circunstancia terrible sobre la que ya nadie alberga dudas. Que el Demofascismo en consolidación dulcifica las posiciones de poder y de autoridad, y procura convertir al objeto de la dominación en sujeto-objeto de la misma (el estudiante como auto-profesor, el obrero como patrono de sí, el preso como auto-carcelero, el ciudadano como policía de todos los demás, el supuesto “enfermo” medicándose a sí mismo,…), es una novedad política incontrovertible que optimiza definitivamente el rendimiento de la represión. Como la buena música, la “buena represión”, la coerción del fascismo democrático, podríamos decir con R. Arnheim, no se nota, apenas hiere nuestros sentidos. ¿Nada, entonces, que salvar?
3)
Agradezco a los compañeros de Co.lectiu Bauma la iniciativa, tan arriesgada, de reunir en un solo volumen dos obras complementarias en la denuncia pero muy diferentes en los modos de expresión. “El irresponsable”, editado en el año 2000, se compuso en 1986, con un registro estilístico difícil de encuadrar, acaso filosofico-poético, mientras que “El enigma de la docilidad”, ensayo libre, argumentación teórica y exploración socio-empírica, deriva del texto-base a que se ciñó la primera presentación de aquella obra, hace ya más de tres lustros, en el seno de unas Jornadas Libertarias celebradas en Sevilla. “El enigma…” quería explicitar lo que “El irresponsable”, por su malditismo visceral y su libertad expresiva, sugería y evocaba entre tinieblas, desistiendo siempre de enunciar directamente. Pero no “tradujo” nada, no “desveló” el sentido original de dicho escrito: lo reinventó, lo recreó, lo sacó de sus casillas, arrastrándolo más allá de sí mismo y constituyéndose al final como “otra obra”, de índole sociológica y politológica.
“Tengo en cadenas a dos de los mayores enemigos del Hombre: la Esperanza y el Temor”, le dijo Mefistófeles a Fausto, en la obra de W. Goethe. “Nada que salvar”: Esperanza cero, Esperanza ausente, por tanto; y todavía menos Miedo que Esperanza… Pero es entonces, solo entonces, cuando, desesperado y temerario, el rebelde suscribe y lleva a la vida las palabras visionarias de F. Nietzsche, con las que arranca precisamente “El irresponsable”:
«Nosotros no conservamos nada, no queremos volver a nada de lo pasado,
no somos tampoco liberales, no trabajamos por el Progreso.
Otro ideal corre delante de nosotros, un ideal singular, tentador,
lleno de peligros,
un ideal que no recomendamos a nadie;
es el ideal de un espíritu que se burla ingenuamente, sin malicia,
porque su plenitud y su potencia se desbordan,
de todo lo que hasta ahora se consideró sagrado,
bueno, intangible, divino.
Con ese ideal comienza lo verdaderamente serio,
se plantea el auténtico problema, se tuerce el destino del alma,
echa a andar la aguja,
empieza la tragedia…”.
Pedro García Olivo
www.pedrogarciaolivo.wordpress.com

Comunes contra y más allá del capitalismo

El despegue del capitalismo se produjo cuando éste, por medio de cerramientos, desamortizaciones y privatizaciones de tierras que siempre habían sido comunales y trabajadas en «común», arrebató los medios de vida y la autonomía a quienes pasarían a engrosar los ejércitos de trabajadores, dando lugar a una nueva clase social, el proletariado, formada por los desposeidos, por todas aquellas personas a las que se les arrebataron sus formas de reproducción de la vida y todos sus saberes; una nueva clase social formada por todas aquellas personas pertenecientes a las comunidades que fueron desarraigadas y expulsadas de las tierras que les habían proporcionado durante miles de años los medios necesarios para la vida y para su reproducción.

Los «comunes» por tanto evocan un potente imaginario para quienes buscamos alternativas al capitalismo que ha degradado el planeta, las relaciones entre las personas y que ha acabado con la capacidad de las personas para producir y reproducir sus vidas. Cualquier alternativa a este sistema que se ha apoderado del planeta que habitamos y del universo entero y que, en nombre de la libertad, ha esclavizado a toda la población de la tierra, debe buscar la autonomía de las comunidades humanas y la recuperación de los «comunes».

Pero la voracidad del capitalismo no tiene límites. Si el robo de los comunes sirvió para su despegue, en la actualidad, para su perpetuación necesita arrebatar y apropiarse hasta de la idea de los comunes, ya que los comunes también pueden ser utilizados bajo la lógica del capital para crear valor y producir mercancías a menor coste y bajo la apariencia de un nuevo capitalismo vestido de socialismo autogestionario.

Una vez más, ha sido gracias kutxikotxokotxikitxutik, que hemos podido conocer un interesantísimo trabajo de Silvia Federici y de George Caffentzis titulado «Comunes contra y más allá del capitalismo«, que ha sido traducido al castellano y publicado en la revista El Apantle, Revista de estudios comunitarios. Esta es la pregunta fundamental que nos lanzan: «¿Cómo podemos prevenir la cooptación de los comunes y su conversión en plataformas desde las que la clase capitalista decadente pueda rehacer sus fortunas?

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Silvia Federici y George Caffentzis

La introducción ubica con bastante precisión la problemática que pretenden analizar:

Cada vez más, el término “común” tiene mayor presencia en el lenguaje político, económico e incluso en el inmobiliario. Derecha e izquierda, neoliberales y neokeynesianos, conservadores y anarquistas utilizan el concepto en sus intervenciones. El Banco Mundial acogió el término cuando, en abril de 2012, dictaminó que toda investigación que llevase su sello debía ser “de libre acceso mediante una licencia Creative Commons –una organización sin ánimo de lucro cuyas licencias por derechos de autor tienen como objetivo favorecer un mayor acceso a la información a través de Internet” (Banco Mundial, 2012). Incluso The Economist, un paladín del neoliberalismo, ha saludado el uso de este término a través de los elogios vertidos sobre Elinor Ostrom –decana de estudios sobre lo
común– en su obituario: A ojos de Elinor Ostrom, el mundo poseía una gran cantidad de sentido común. La gente, sin nada sobre lo que apoyarse, crearía formas racionales de supervivencia y de entendimiento. Aunque el mundo tuviese una cantidad limitada de tierras cultivables, de bosques, de agua o de peces, sería posible compartirlo todo sin agotarlo y cuidarlo sin necesidad de contiendas. Mientras otros autores hablaron de la tragedia de los comunes con pesimismo, centrándose tan sólo en la sobrepesca o la explotación agrícola en una sociedad de codicia rampante, Ostrom, con sus sonoras carcajadas, se convirtió en una alegre fuerza opositora (The Economist, 2012). Por último, es difícil ignorar el uso tan habitual que se hace del concepto “común” o “bienes comunes” en el actual discurso inmobiliario sobre los campus universitarios, los centros comerciales y las urbanizaciones cerradas. Las universidades elitistas que exigen a los estudiantes matrículas anuales de 50 mil dólares, se refieren a sus bibliotecas como “centros comunes de información”. En la vida social contemporánea, parece que es ley que cuanto más se ataca a los comunes, más fama alcanzan. En este artículo examinamos las razones detrás de estas tendencias y planteamos algunas de las principales preguntas que enfrentan hoy en día los comunitaristas anticapitalistas:
 ¿A qué nos referimos cuando hablamos de “comunes anticapitalistas”? ¿Cómo podemos crear, a partir de los comunes que nacen de nuestra lucha, un nuevo modo de producción que no esté basado en la explotación del trabajo? ¿Cómo podemos prevenir la cooptación de los comunes y su conversión en plataformas desde las que la clase capitalista decadente pueda rehacer sus fortunas?

Commons contra y más allá del capitalismo. Informa de un debate con Silvia Federici y George Caffentzis

BEYOND GOOD AND EVIL COMMONS

El mito del TRABAJO

 

Artículo publicado en: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn119-2.htm

CONFIGURACIÓN Y CRISIS DEL MITO DEL TRABAJO

José Manuel Naredo

Universidad Politécnica de Madrid

La noción actual de trabajo no es una categoría antropológica ni, menos aún, un invariante de la naturaleza humana1. Se trata, por el contrario, de una categoría profundamente histórica. El trabajo, como categoría homogénea, se afianzó allá por el siglo XVIII junto con la noción unificada de riqueza, de producción y la propia idea de sistema económico para dar lugar a una disciplina nueva: la economía. La razón productivista del trabajo surgió y evolucionó, así, junto con el aparato conceptual de la ciencia económica. En esta comunicación se pasará revista a esta evolución revelando, en este caso, la conexión entre ciencia, ideología y sociedad y entre el lenguaje científico y el lenguaje ordinario, que reviste particular importancia en las ciencias sociales. De esta manera, al situar en amplia perspectiva la razón productivista del trabajo, podremos relativizarla y criticarla. El plan de la exposición será el siguiente. En una primera parte se pasará revista a los valores, concepciones y modos de vida que predominaron en las sociedades humanas antes de que se extendiera la idea actual de trabajo. En una segunda parte se analizará el caldo de cultivo ideológico en el que nació la razón productivista del trabajo, que acabó configurando tanto al cuerpo social como al comportamiento individual en la actual civilización. En una tercera parte, se pasará revista a los hechos que están provocando la crisis conjunta de la función productivista y social que se le venía atribuyendo al trabajo en nuestras sociedades. Por último se apuntarán las perspectivas que tal crisis ofrece.

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Contra la enajenación de la vida

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Ya está disponible el número 10 de cuadernos de NEGACIÓN.

Este número indaga en los orígenes del capitalismo y ataca algunos mitos al respecto. Continúa con la crítica del dinero, del Capital como sujeto y fin último de la producción y reproducción de la sociedad, del fetichismo y la enajenación como la instrumentalización del mundo y todos los que habitamos en él.
Enajenación no significa simplemente la separación de nuestros medios de vida, sino que se trata de todo un proceso histórico mediante el cual se ha llegado a que nuestra propia existencia se nos presente como ajena, en una sociedad donde el objetivo no son las personas, ni tampoco las cosas, sino la producción por la producción misma, la valorización del Capital.
Es todo un orden social que vivimos como ajeno e, inevitablemente inmersos en él, tenemos que enfrentar.

Contenido:
▪ Presentación
▪ El capitalismo
▪ «Había una vez…»

Subsunción
▪ Un mundo sin corazón
Acumulación, comercio, usura y desposesión
▪ Entrando en la lucha de clases
▪ El Capital solo quiere más capital
▪ Dinero

Dinero y valor
▪ El fetichismo de la mercancía
… y su secreto

▪ Alienación
El trabajo enajenado

Adiós al capitalismo

adiós al capitalismo

Jérôme Baschet, Adiós al capitalismo. Autonomía, sociedad del buen vivir y multiplicidad de mundos, NED Ediciones, 2015

Decir adiós al capitalismo no significa que se vaya a ir por sí solo. Tenemos que hacer algo para expulsarlo de nuestras vidas. En este libro, en el que Jérôme Baschet recoge varios textos que ha refundido y a los que ha dotado de cierta estructura, no se nos proponen ni alternativas, ni fórmulas. Su autor hace un acertado análisis de lo que supone el capitalismo para la vida en nuestro planeta, indaga en algunas experiencias, como las de las comunidades zapatistas de Chiapas, y propone caminos por los que caminar. La revolución no puede ser, tal como se había entendido hasta ahora, un movimiento brusco resultado de la lucha de una clase explotada con el objetivo de tomar el poder. Escapar del capitalismo creando pequeños espacios al margen tampoco es posible, ya que los tentáculos del capitalismo llegan a todas partes. Jérôme Baschet propone crear espacios en los que irse liberando del capitalismo mediante la creación de formas de vida que permitan de forma paulatina prescindir de las intermediaciones del mercado, del dinero y del Estado. Estos espacios liberados deberán ir creciendo y resistiendo. Creatividad, resistencia y análisis crítico de todas las alternativas serán los motores de un caminar hacia un mundo en el que otros mundos sean posibles.

Es un libro imprescindible para reflexionar sobre las formas en las que podemos empezar ya a hacer algo para poder decir adiós al capitalismo.

 

Reseña:

¿Quién sobrevivirá al capitalismo?