RAPTO, SECUESTRO Y MUTILACIÓN METÓDICA DE LOS JÓVENES. ¡DE ESO VIVES, PROFESOR!
Charla de Pedro García Olivo en Bizkaia, destemplada, contra los amigos del asentimiento y de la moderación, muchos de los cuales ejercen de educadores mercenarios, alegando cínicamente que dan clases para contribuir a la transformación de la sociedad…
Se ha fijado para el día 20 de enero, en el seno de las jornadas “Soberanía del Saber”, que se celebrarán, del 18 al 22 en Bizkaia.
Para esas fechas quizás esté ya en el mundo “Nada que salvar”, obra editada en Barcelona por el colectivo “Bauma”, que integra “El irresponsable” y “El enigma de la docilidad”. Copiamos “Empieza la tragedia”, prólogo de ese volumen doble.
EMPIEZA LA TRAGEDIA
(A modo de prólogo)
“Nada que salvar” es una expresión equívoca, ambigua como la luz de la noche…
1)
“Nada que salvar” porque ya no toleramos ninguna actualización de la figura del Redentor, no admitimos más benefactores estusiásticos y nos sobran todos esos auxiliadores conmiserativos, de profesión o vocacionales, que se consagran a Lo Social a veces para asegurarse un sueldo y otras bajo las redes de la ilusión o del engaño. Ya hace años que Iván Illich manifestó, casi encorajinado, esta desestimación de todos los hipócritas sonreidores que se denominan “amigos de la Humanidad” y caen sobre el otro como aves de presa, imponiendo su filantropía, rentabilizándola, parasitando la causa ajena, reconduciéndola hacia el Estado o hacia la política organizada, pedagogizando siempre. El inicio y el final de su célebre conferencia de 1968 lo decía todo: “Al diablo con las buenas intenciones” y “no nos vengan a ayudar”, respectivamente.
La antipedagogía, esa sangre que corre por las venas de “El irresponsable”, no es solo una crítica radical de toda forma de Escuela. Deviene, en última instancia, como una denegación absoluta de todas las figuras del despotismo y del dirigismo moral e intelectual. Porque la “disposición pedagógica”, que se cifra en la voluntad sostenida de incidir, de intervenir, sobre la consciencia del otro, sobre la subjetividad de los demás, alegando cínicamente que tal influjo sistemático se ejerce “por el propio bien” del invadido, acompaña desde la Modernidad a todas las antropotécnicas, estatales y para-estatales, empeñadas en la reinvención del ser humano, y sustenta el muy “ilustrado” proyecto eugenésico de una reforma moral y caracteriológica de las poblaciones. De ahí que la crítica antipedagógica no solo rechace la función social y el perfil psicológico del Profesor, sino que también impugne la pretensión de majestad del Juez, del Médico, del Legislador, del Político, del Educador Social, del Periodista,…
“El irresponsable” aparece, así, como un grito de dolor, exclamación de angustia que adquiere hoy una pertinencia casi estremecedora, porque estamos a punto de morir de pedagogía… Pedagogía en tiempos de guerra. Pedagogía al gusto del Demofascismo. Cuando todas las luchas desembocan en la defensa del Estado del Bienestar, del Estado Social de Derecho, ese “dulce Leviatán” armado hasta los dientes de pedagogías blancas, atañe a los irresponsables dar la espalda al repartidor de caramelos, cerrar los oídos a la cháchara ciudadanista y emprender la Fuga como se empuña un arma. Y la Fuga se resuelve, entonces, como un desacobardado, y a menudo desatinado, lanzar piedras contra el principio de realidad capitalista —arrojar cascotes, por tanto, contra lo que somos, mientras nuestros pasos nos conducen a un margen donde deconstruirnos.
2)
“El irresponsable” se hace cargo, pues, del título de esta obra en su acepción más amable. Pero “El enigma de la docilidad” atiende a su segundo sentido, acerbo e inquietante: ¿Y si, por fin, no hubiera “nada que salvar” porque, a estas alturas de la historia, ya es demasiado tarde? La teoría del Demofascismo, en torno a la cual se vertebra la obra, puede valorarse como una documentación del pesimismo y hasta como una epifanía de la desesperación. Parece decirnos, con Emil Cioran, que “el experimento Hombre ha fracasado”, que nos preside una providencia negativa. Si el “policía de sí mismo” se corresponde ya con la forma de consciencia mayoritaria, si ese perfil psico-político aspira de verdad a la exclusividad, a la totalidad, pudiéndose hablar de la emergencia y endurecimiento de la Subjetividad Única, un mismo tipo de alma, de ser, de sujeto, a penas sí superficialmente diversificado a lo largo y ancho de todo el planeta, si eso es así, y el paisaje humano ha quedado homogeneizado para siempre, sancionando el exterminio planetario de la alteridad cultural y psicológica, entonces ya es verdadermente tarde para todo y nada ni nadie podrá nunca salvarnos de nosotros mismos.
Que el expansionismo (militar, económico, cultural…) y la docilidad casi absoluta de las sociedades son rasgos que el nuevo despotismo occidental comparte con los fascismos históricos constituye una evidencia clamorosa. Que, en ambos casos, la Diferencia se persigue y se anula (ayer por aplastamiento y hoy mediante la “integración”) es una circunstancia terrible sobre la que ya nadie alberga dudas. Que el Demofascismo en consolidación dulcifica las posiciones de poder y de autoridad, y procura convertir al objeto de la dominación en sujeto-objeto de la misma (el estudiante como auto-profesor, el obrero como patrono de sí, el preso como auto-carcelero, el ciudadano como policía de todos los demás, el supuesto “enfermo” medicándose a sí mismo,…), es una novedad política incontrovertible que optimiza definitivamente el rendimiento de la represión. Como la buena música, la “buena represión”, la coerción del fascismo democrático, podríamos decir con R. Arnheim, no se nota, apenas hiere nuestros sentidos. ¿Nada, entonces, que salvar?
3)
Agradezco a los compañeros de Co.lectiu Bauma la iniciativa, tan arriesgada, de reunir en un solo volumen dos obras complementarias en la denuncia pero muy diferentes en los modos de expresión. “El irresponsable”, editado en el año 2000, se compuso en 1986, con un registro estilístico difícil de encuadrar, acaso filosofico-poético, mientras que “El enigma de la docilidad”, ensayo libre, argumentación teórica y exploración socio-empírica, deriva del texto-base a que se ciñó la primera presentación de aquella obra, hace ya más de tres lustros, en el seno de unas Jornadas Libertarias celebradas en Sevilla. “El enigma…” quería explicitar lo que “El irresponsable”, por su malditismo visceral y su libertad expresiva, sugería y evocaba entre tinieblas, desistiendo siempre de enunciar directamente. Pero no “tradujo” nada, no “desveló” el sentido original de dicho escrito: lo reinventó, lo recreó, lo sacó de sus casillas, arrastrándolo más allá de sí mismo y constituyéndose al final como “otra obra”, de índole sociológica y politológica.
“Tengo en cadenas a dos de los mayores enemigos del Hombre: la Esperanza y el Temor”, le dijo Mefistófeles a Fausto, en la obra de W. Goethe. “Nada que salvar”: Esperanza cero, Esperanza ausente, por tanto; y todavía menos Miedo que Esperanza… Pero es entonces, solo entonces, cuando, desesperado y temerario, el rebelde suscribe y lleva a la vida las palabras visionarias de F. Nietzsche, con las que arranca precisamente “El irresponsable”:
«Nosotros no conservamos nada, no queremos volver a nada de lo pasado,
no somos tampoco liberales, no trabajamos por el Progreso.
Otro ideal corre delante de nosotros, un ideal singular, tentador,
lleno de peligros,
un ideal que no recomendamos a nadie;
es el ideal de un espíritu que se burla ingenuamente, sin malicia,
porque su plenitud y su potencia se desbordan,
de todo lo que hasta ahora se consideró sagrado,
bueno, intangible, divino.
Con ese ideal comienza lo verdaderamente serio,
se plantea el auténtico problema, se tuerce el destino del alma,
echa a andar la aguja,
empieza la tragedia…”.
Pedro García Olivo
www.pedrogarciaolivo.wordpress.com