William Morris por Edward Burne-Jones
William Morris (1834-1896), fue un artesano, poeta, pintor, editor, impresor, traductor, activista político, y especialmente conocido por ser el fundador del movimiento Arts and Crafts. Junto con otros artistas como Edward Burne-Jones (1833-1898), Dante Gabriel Rossetti (1828-1882), John Everett Millais (1829-1896) y William Hunt (1827-1910) perteneció a la Hermandad Prerrafaelita. Todos ellos compartieron la misma aversión por la revolución industrial, la producción en serie, el kitsch y las convenciones morales burguesas y cada uno a su modo buscó alternativas al capitalismo triunfante de finales del s. XIX: el misticismo medieval, la bohemia, Shakespeare, William Blake o el marxismo.
William Morris propuso una vuelta al modo de producción artesanal de la Edad Media donde el mismo individuo concibe y ejecuta la obra. Fundó, de acuerdo a sus propios planos, el taller Morris & Co. donde en condiciones idílicas para la época se producían tapices y vidrieras con muy buenos resultados económicos, tal como pone de manifiesto Michel Houellebecq en los siguientes fragmentos de su novela El mapa y el territorio:
«Quería suprimir la escuela, pensando que los niños aprenderían mejor en un ambiente de total libertad; quería suprimir las cárceles, pensando que los remordimientos serían un castigo suficiente para el criminal. Es difícil leer todas estas absurdidades sin una mezcla de compasión y de desaliento. Y, sin embargo, sin embargo… -Houellebecq vaciló, buscó palabras-. Sin embargo, paradójicamente, tuvo cierto éxito en el aspecto práctico. Para poner en práctica sus ideas sobre el retorno a la producción artesanal, creó muy pronto una empresa de decoración y mobiliario: los obreros trabajaban en ella mucho menos que en las fábricas de aquel tiempo, que es verdad que eran más o menos presidios, pero sobre todo trabajaban libremente, cada uno era responsable de su tarea de cabo a rabo, el principio esencial de Morris era que la concepción y la ejecución nunca debían separarse, no más de lo que lo estaban en la Edad Media. Según todos los testimonios, las condiciones de trabajo eran idílicas: talleres luminosos, aireados, a la orilla de un río. Todos los beneficios se repartían entre los trabajadores, salvo una pequeña parte que servía para financiar la propaganda socialista. Pues bien, contra todo pronóstico, el éxito fue inmediato, incluido en el sector comercial. Después de la carpintería se interesaron por la joyería, la talabartería, luego las vidrieras, los tejidos, las tapicerías de muebles, siempre con el mismo éxito: la sociedad Morris & Co. generó ganancias constantemente, desde el principio hasta el fin de su existencia. Lo cual no lo ha conseguido ninguna de las cooperativas obreras que se multiplicaron a lo largo del siglo XIX; ya fueran los falansterios de Fourier o la comunidad icariana de Cabet, ninguna consiguió organizar una producción eficaz de bienes y mercancías, exceptuando a la sociedad fundada por William Morris sólo se puede hablar de una sucesión de fracasos. Sin hablar siquiera de las posteriores sociedades comunistas…»
«Existen retratos de él, ¿sabe?, dibujados por Burne-Jones: probando una nueva mezcla de tintes vegetales, o leyendo a sus hijas. Un tipo achaparrado, de pelo espeso y revuelto, con la cara colorada y viva, gafitas y una barba enmarañada, en todos los dibujos da una impresión de hiperactividad permanente, de una buena voluntad y un candor inagotables. Lo que sin duda se puede decir es que el modelo de sociedad propuesto por William Morris no tendría nada de utópico en un mundo en el que todos los hombres se parecieran a William Morris.»
Cómo vivimos y cómo podríamos vivir
Bibliografía:
– Cynthia Biron Cohen, Lecture préraphaélite de La carte et le territoire
– Irena Martínez Sahuquillo, William Morris y la crítica a la sociedad industrial