Solsticio de invierno. Una reflexión crítica

El solsticio de invierno en la cultura popular
Una reflexión crítica sobre las fiestas de navidad

Vivimos estos días la época del año en que los días son más cortos y las noches más largas. Dentro de unos pocos días el sol comenzará a salir por el horizonte algunos segundos antes cada día y se ocultará también un poco más tarde que el día anterior. Para las mentalidades primitivas este hecho constituía algo sorprendente y esperanzador. Cuando parecía que el sol se apagaba poco a poco y que pronto se extinguiría, repentinamente un día comenzaba de nuevo a subir cada día un poco más sobre el horizonte y a permanecer algunos minutos más brillando en el firmamento. El solsticio de invierno marca convencionalmente el paso del otoño al invierno, pero sobre todo señala el momento en que el sol comienza de nuevo a brillar durante más tiempo en el cielo.

zamarracos

El capitalismo, que todo capitaliza, también ha capitalizado los rituales comunitarios relacionados con los ciclos anuales de la naturaleza y de la vida. Un año más volvemos a vivir la gran celebración del consumo, de la banalidad y de la repetición de rituales vacíos, totalmente desprovistos de significado, vinculada a eso que que llamamos “la navidad”. En el marco de una reflexión crítica sobre el mundo que nos rodea y del constante cuestionamiento, desde abajo, de cualquier intento de imponernos un orden desde arriba, creemos necesario repensar el significado que tiene esta época del año, el que ha tenido en otras épocas para las comunidades vinculadas a la tierra y el que deseamos que tenga para nosotros. Es importante no solo conocer las tradiciones y su origen sino tratar de recuperarlas dotándolas de un significado actual que circule siempre desde abajo hacia arriba. Si recuperamos las tradiciones es porque nos sirven a los de abajo para expresarnos y para dotarnos de instrumentos que nos ayuden a reforzar nuestros lazos comunitarios y nuestra relación con la tierra, con la luz, con los otros seres vivos, con nuestros antepasados y, en definitiva, con  la vida.

En las culturas tradicionales de los pueblos del hemisferio norte, los ciclos anuales relacionados con la posición de la tierra con respecto al sol han tenido una enorme importancia. La tierra es la fuente de la vida, pero necesita del sol, de su luz y de su calor para dar frutos. Por ello en las culturas tradicionales, el sol con sus ciclos anuales ha sido el protagonista de grandes fiestas y celebraciones. Los solsticios de verano y de invierno señalan los momentos clave, los puntos de inflexión, en el ciclo anual de la órbita solar. Si el solsticio de verano es el momento en el que hay más horas de sol, y la tierra comienza a fructificar, y por tanto es el símbolo de la plenitud de la vida; el solsticio de invierno, cuando el sol hace su recorrido más corto y más bajo sobre el horizonte es el símbolo de la oscuridad pero también de la esperanza renovada. El día del solsticio de invierno es el día más oscuro del año, pero también es el día del triunfo de la luz sobre las tinieblas, porque es cuando el sol comienza de nuevo a hacer más largo su recorrido.

El solsticio de invierno es el momento de la celebración del triunfo de la luz sobre las tinieblas, de la celebración de la esperanza de que la tierra recién sembrada volverá a dar frutos una vez más, renovándose así la vida. También es el momento en el que la despensa está llena, hay leña suficiente en la leñera, la matanza del cerdo todavía está reciente y los tocinos cuelgan del techo. Hay alimentos, pero tienen que durar todo el invierno. Se acerca una época dura y hay que prepararse para ello celebrando durante algunos días la abundancia. Las horas de luz son pocas y los trabajos en el campo casi nulos. Es el tiempo de las experiencias limítrofes, de la locura y de lo grotesco. Es el tiempo de establecer los límites entre lo que fue, lo que es y lo que será, entre lo racional y lo imaginario; es el tiempo en el que el desorden se rebela contra el orden de los estrictos ciclos temporales. Es por tanto el tiempo de la fiesta, de las máscaras que ocultan y que disuelven al individuo en el grupo, que permiten la subversión contra las normas como una forma de terapia comunitaria que garantiza el equilibrio, porque después de los excesos todo volverá a la normalidad, y el sol de nuevo volverá a traer más luz y más vida.

En esta época, en toda Europa, se celebraban, desde tiempo inmemorial, grandes fiestas y mascaradas en las que la música y la danza acompañaba a los rituales en los que las máscaras servían para representaciones dramáticas, relacionadas en muchos casos con magias al servicio de la fertilidad y de la fecundidad, que significaban una catarsis de los problemas surgidos en la vida comunitaria y en las que la comunidad se reintegraba de forma simbólica en la naturaleza por medio de su identificación con seres salvajes, que entre gritos y aspavientos reforzaban los lazos que unen la vida de las personas a la tierra, a la luz y a la oscuridad. La separación entre cultura y naturaleza queda disuelta por medio de estas mascaradas en las que se recrean las relaciones entre los miembros de la comunidad, las relaciones con sus ancestros, y las relaciones de la comunidad con la tierra y con el resto de seres que viven en ella. Durante las mascaradas se profieren injurias, se hacen públicos los hechos escandalosos que hasta entonces se habían mantenido ocultos, se hacen sátiras, se desbaratan objetos y durante unos días se rompe con los moldes que mantienen el orden y la racionalidad.

Los zangarrones, obisparras, carochos, cencerrones, diablos, birrias, tafarrones, talanqueiras, zarramanculleiros, caretos, zamarracos, zarramacos, botargas, morraches, guirrios, sidros, zamarrones, trapajones, ziripot, zaldikos, zezengorris, momotxorros, juantramposos, joariak… son algunos de los muchos nombres que tienen algunos de los personajes que componen las mascaradas de invierno en diferentes lugares de la península ibérica. Sus equivalentes en el resto de Europa son los strohbär, reisigbär, strohmann, pelzmärtle, cerbul, sauvages, boes, schnappviecher, babugeri, busós, arkouda, burryman…

Las mascaradas son celebraciones que surgen de las culturas populares. Son tradiciones desde abajo. Basándose en estas celebraciones tradicionales del solsticio de invierno, Roma, impuso, desde arriba, sus propias celebraciones, las saturnalias, las fiestas del sol invictus. Estas eran las fiestas que se celebraban en el imperio romano en honor al dios Saturno, como dios de las cocechas y el trabajo con la tierra.

La iglesia católica retomó la tradición de Roma y adaptó la idea del sol invictus para hacer honor a su dios hecho hombre como luz del mundo que triunfa sobre las tinieblas y estableció en la misma época del año, el solsticio de invierno, la festividad de la navidad para conmemorar el nacimiento de su dios luz hecho hombre. La iglesia católica trató de sustituir las antiguas celebraciones del solsticio de invierno por la nueva celebración de la navidad, pero el fuerte arraigo popular que tenían las mascaradas hizo imposible evitar su celebración por lo que fueron trasladadas al final del invierno, haciéndolas coincidir con las celebraciones del comienzo de la primavera. Para ello la iglesia se inventó un nuevo tiempo litúrgico dentro del ciclo anual al que denominaron “Carnaval” en el que trataron de reunir todas aquellas festividades que se consideraban “paganas” y con las que no pudieron acabar mediante prohibiciones. De esta manera las mascaradas pasaron a formar parte de las fiestas de primavera, llamadas fiestas de carnaval.

Asociada también a esta época del año en el que la abundancia está directamente relacionada con la perspectiva de escasez y la esterilidad con la esperanza de una renovación de la fertilidad, se encuentra la costumbre de intercambiar dones y regalos. Entre los celtas,  esta costumbre del intercambio de regalos, coincidente con la época de comienzo de un nuevo ciclo solar, era conocida con el nombre de “eguinad”, de donde se supone que procede la palabra “aguinaldo”, aunque según algunos autores el origen de esta palabra, a través de “aguinando” y “aguilando”, se encuentra en la expresión latina “hoc in anno” utilizada en la costumbre existente en Roma de hacer regalos durante los primeros días de cada nuevo año en honor de los dioses y como señal de felices augurios. A estos regalos los llamaban strenae de forma general y Kalendariae strenae a los regalos que se hacían con motivo del comienzo del nuevo año. Strenia era también el nombre de la diosa del año nuevo y Strenua era el nombre del bosque sagrado al que acostumbraban a acudir el primer día del año a recoger verbena. La costumbre de hacer regalos en esta época del año continuó hasta nuestros días bajo la forma de los aguinaldos o aguilandos y la iglesia católica la mantuvo por medio de la celebración de la festividad de los reyes magos. La costumbre romana de las strenae vinculada a la entrada del nuevo año derivó en los entroidos, de donde procede también el nombre de antruejo, con que se designan en algunos lugares a las mascaradas invernales.

En Castilla, aún se conserva en algunos lugares la celebración de mascaradas en las que el protagonista indiscutible es el zamarraco, conocido también con otros nombres como zarramaco, morrache, botarga, guirrio, sidro o zamarrón. Es un personaje situado en el límite entre humano y salvaje que se dedica a provocar, fomentar el desorden e incitar a la desobediencia. Se cubre con pellejos de carneros y porta unos grandes cencerros. Suele llevar en las manos un instrumento de azote con el que propina zurriagazos a diestro y siniestro. Existen personajes similares en toda la tradición europea y su origen se remonta a la noche de los tiempos, pues se han encontrado personajes parecidos en algunas pinturas rupestres del paleolítico como el chaman-ciervo de la cueva de Trois-Frères en Francia.

También se conserva aún en muchos pueblos de Castilla la costumbre de los aguinaldos. En la actualidad suelen ser los jóvenes de los pueblos los que cantan coplas y hacen una ronda por las casas del pueblo pidiendo alimentos con los que luego poder hacer una celebración. Antiguamente, además de los jóvenes y niños solían ser los pastores los que pedían en las casas de los agricultores.

 

 

chisporroteos

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Una vez más nos llegan algunos chisporroteos «desde el pequeño rincón de la Kutxi», kutxikotxokotxikitxutik. Esta vez los chisporroteos hablan de nosotros, aunque no lo merecemos, porque como muy bien dicen ellos, dado que “aún no nos hemos visto en la necesidad de organizarnos para sobrevivir al margen del capitalismo», nuestras pequeñas experiencias comunitarias y comunales surjen desde las propuestas teóricas e ideológicas, y nuestras prácticas cotidianas difícilmente escapan de las comodidades capitalistas en las que continuamos viviendo.

 

Últimamente hemos dado algunos pequeños pasitos intentando crear una pequeña red de gentes preocupadas e involucradas en la apertura de grietas dentro del capitalismo y en la apertura de nuevos caminos de autonomía y de emancipación que hagan posible la reproducción de la vida sin depender del mercado y del trabajo asalariado. Pasitos por caminos desconocidos, porque son caminos que se hacen al andar, creando pequeñas formas embrionarias de otros mundos posibles en los que el cuidado sustituya al dominio y en los que compartir la vida sea una alternativa real a la vida mercantilizada.

 

Soberanía del saber

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Del 18 al 22 de enero tendrán lugar en Balmaseda (Bizkaia) las Primeras Jornadas de «Soberanía del saber».

Parece una enorme contradicción que en el marco de estas jornadas, denominadas de «soberanía del saber», se caiga también en la sumisión a la soberanía del saber impuesto desde arriba, la soberanía de la lengua extranjera que se nos impone cada vez más en todos los ámbitos de nuestras vidas. No se entiende por qué un «espacio abierto» debe llamarse «Open Space».

En cuanto al «formato TED»… no sólo supone una sumisión a la lengua impuesta, sino que va más allá. En primer lugar se da por hecho que todos debemos estar al tanto de la últimas tendencias que se nos imponen para regular nuestras relaciones personales. Pero lo peor de todo es que se acepta sumisamente la necesidad de establecer «formatos» desarrollados por y para el mercado y que se imponen a las formas naturales de comunicación entre las personas.

Por lo demás el programa de estas jornadas parece interesante. Tendremos que acudir aunque solo sea para denunciar la imposición de los saberes hegemónicos hasta en estos espacios supuestamente críticos.

RAPTO, SECUESTRO Y MUTILACIÓN METÓDICA DE LOS JÓVENES

RAPTO, SECUESTRO Y MUTILACIÓN METÓDICA DE LOS JÓVENES. ¡DE ESO VIVES, PROFESOR!

pedritoCharla de Pedro García Olivo en Bizkaia, destemplada, contra los amigos del asentimiento y de la moderación, muchos de los cuales ejercen de educadores mercenarios, alegando cínicamente que dan clases para contribuir a la transformación de la sociedad…
Se ha fijado para el día 20 de enero, en el seno de las jornadas “Soberanía del Saber”, que se celebrarán, del 18 al 22 en Bizkaia.
Para esas fechas quizás esté ya en el mundo “Nada que salvar”, obra editada en Barcelona por el colectivo “Bauma”, que integra “El irresponsable” y “El enigma de la docilidad”. Copiamos “Empieza la tragedia”, prólogo de ese volumen doble.
EMPIEZA LA TRAGEDIA
(A modo de prólogo)
“Nada que salvar” es una expresión equívoca, ambigua como la luz de la noche…
1)
“Nada que salvar” porque ya no toleramos ninguna actualización de la figura del Redentor, no admitimos más benefactores estusiásticos y nos sobran todos esos auxiliadores conmiserativos, de profesión o vocacionales, que se consagran a Lo Social a veces para asegurarse un sueldo y otras bajo las redes de la ilusión o del engaño. Ya hace años que Iván Illich manifestó, casi encorajinado, esta desestimación de todos los hipócritas sonreidores que se denominan “amigos de la Humanidad” y caen sobre el otro como aves de presa, imponiendo su filantropía, rentabilizándola, parasitando la causa ajena, reconduciéndola hacia el Estado o hacia la política organizada, pedagogizando siempre. El inicio y el final de su célebre conferencia de 1968 lo decía todo: “Al diablo con las buenas intenciones” y “no nos vengan a ayudar”, respectivamente.
La antipedagogía, esa sangre que corre por las venas de “El irresponsable”, no es solo una crítica radical de toda forma de Escuela. Deviene, en última instancia, como una denegación absoluta de todas las figuras del despotismo y del dirigismo moral e intelectual. Porque la “disposición pedagógica”, que se cifra en la voluntad sostenida de incidir, de intervenir, sobre la consciencia del otro, sobre la subjetividad de los demás, alegando cínicamente que tal influjo sistemático se ejerce “por el propio bien” del invadido, acompaña desde la Modernidad a todas las antropotécnicas, estatales y para-estatales, empeñadas en la reinvención del ser humano, y sustenta el muy “ilustrado” proyecto eugenésico de una reforma moral y caracteriológica de las poblaciones. De ahí que la crítica antipedagógica no solo rechace la función social y el perfil psicológico del Profesor, sino que también impugne la pretensión de majestad del Juez, del Médico, del Legislador, del Político, del Educador Social, del Periodista,…
“El irresponsable” aparece, así, como un grito de dolor, exclamación de angustia que adquiere hoy una pertinencia casi estremecedora, porque estamos a punto de morir de pedagogía… Pedagogía en tiempos de guerra. Pedagogía al gusto del Demofascismo. Cuando todas las luchas desembocan en la defensa del Estado del Bienestar, del Estado Social de Derecho, ese “dulce Leviatán” armado hasta los dientes de pedagogías blancas, atañe a los irresponsables dar la espalda al repartidor de caramelos, cerrar los oídos a la cháchara ciudadanista y emprender la Fuga como se empuña un arma. Y la Fuga se resuelve, entonces, como un desacobardado, y a menudo desatinado, lanzar piedras contra el principio de realidad capitalista —arrojar cascotes, por tanto, contra lo que somos, mientras nuestros pasos nos conducen a un margen donde deconstruirnos.
2)
“El irresponsable” se hace cargo, pues, del título de esta obra en su acepción más amable. Pero “El enigma de la docilidad” atiende a su segundo sentido, acerbo e inquietante: ¿Y si, por fin, no hubiera “nada que salvar” porque, a estas alturas de la historia, ya es demasiado tarde? La teoría del Demofascismo, en torno a la cual se vertebra la obra, puede valorarse como una documentación del pesimismo y hasta como una epifanía de la desesperación. Parece decirnos, con Emil Cioran, que “el experimento Hombre ha fracasado”, que nos preside una providencia negativa. Si el “policía de sí mismo” se corresponde ya con la forma de consciencia mayoritaria, si ese perfil psico-político aspira de verdad a la exclusividad, a la totalidad, pudiéndose hablar de la emergencia y endurecimiento de la Subjetividad Única, un mismo tipo de alma, de ser, de sujeto, a penas sí superficialmente diversificado a lo largo y ancho de todo el planeta, si eso es así, y el paisaje humano ha quedado homogeneizado para siempre, sancionando el exterminio planetario de la alteridad cultural y psicológica, entonces ya es verdadermente tarde para todo y nada ni nadie podrá nunca salvarnos de nosotros mismos.
Que el expansionismo (militar, económico, cultural…) y la docilidad casi absoluta de las sociedades son rasgos que el nuevo despotismo occidental comparte con los fascismos históricos constituye una evidencia clamorosa. Que, en ambos casos, la Diferencia se persigue y se anula (ayer por aplastamiento y hoy mediante la “integración”) es una circunstancia terrible sobre la que ya nadie alberga dudas. Que el Demofascismo en consolidación dulcifica las posiciones de poder y de autoridad, y procura convertir al objeto de la dominación en sujeto-objeto de la misma (el estudiante como auto-profesor, el obrero como patrono de sí, el preso como auto-carcelero, el ciudadano como policía de todos los demás, el supuesto “enfermo” medicándose a sí mismo,…), es una novedad política incontrovertible que optimiza definitivamente el rendimiento de la represión. Como la buena música, la “buena represión”, la coerción del fascismo democrático, podríamos decir con R. Arnheim, no se nota, apenas hiere nuestros sentidos. ¿Nada, entonces, que salvar?
3)
Agradezco a los compañeros de Co.lectiu Bauma la iniciativa, tan arriesgada, de reunir en un solo volumen dos obras complementarias en la denuncia pero muy diferentes en los modos de expresión. “El irresponsable”, editado en el año 2000, se compuso en 1986, con un registro estilístico difícil de encuadrar, acaso filosofico-poético, mientras que “El enigma de la docilidad”, ensayo libre, argumentación teórica y exploración socio-empírica, deriva del texto-base a que se ciñó la primera presentación de aquella obra, hace ya más de tres lustros, en el seno de unas Jornadas Libertarias celebradas en Sevilla. “El enigma…” quería explicitar lo que “El irresponsable”, por su malditismo visceral y su libertad expresiva, sugería y evocaba entre tinieblas, desistiendo siempre de enunciar directamente. Pero no “tradujo” nada, no “desveló” el sentido original de dicho escrito: lo reinventó, lo recreó, lo sacó de sus casillas, arrastrándolo más allá de sí mismo y constituyéndose al final como “otra obra”, de índole sociológica y politológica.
“Tengo en cadenas a dos de los mayores enemigos del Hombre: la Esperanza y el Temor”, le dijo Mefistófeles a Fausto, en la obra de W. Goethe. “Nada que salvar”: Esperanza cero, Esperanza ausente, por tanto; y todavía menos Miedo que Esperanza… Pero es entonces, solo entonces, cuando, desesperado y temerario, el rebelde suscribe y lleva a la vida las palabras visionarias de F. Nietzsche, con las que arranca precisamente “El irresponsable”:
«Nosotros no conservamos nada, no queremos volver a nada de lo pasado,
no somos tampoco liberales, no trabajamos por el Progreso.
Otro ideal corre delante de nosotros, un ideal singular, tentador,
lleno de peligros,
un ideal que no recomendamos a nadie;
es el ideal de un espíritu que se burla ingenuamente, sin malicia,
porque su plenitud y su potencia se desbordan,
de todo lo que hasta ahora se consideró sagrado,
bueno, intangible, divino.
Con ese ideal comienza lo verdaderamente serio,
se plantea el auténtico problema, se tuerce el destino del alma,
echa a andar la aguja,
empieza la tragedia…”.
Pedro García Olivo
www.pedrogarciaolivo.wordpress.com

Comunes contra y más allá del capitalismo

El despegue del capitalismo se produjo cuando éste, por medio de cerramientos, desamortizaciones y privatizaciones de tierras que siempre habían sido comunales y trabajadas en «común», arrebató los medios de vida y la autonomía a quienes pasarían a engrosar los ejércitos de trabajadores, dando lugar a una nueva clase social, el proletariado, formada por los desposeidos, por todas aquellas personas a las que se les arrebataron sus formas de reproducción de la vida y todos sus saberes; una nueva clase social formada por todas aquellas personas pertenecientes a las comunidades que fueron desarraigadas y expulsadas de las tierras que les habían proporcionado durante miles de años los medios necesarios para la vida y para su reproducción.

Los «comunes» por tanto evocan un potente imaginario para quienes buscamos alternativas al capitalismo que ha degradado el planeta, las relaciones entre las personas y que ha acabado con la capacidad de las personas para producir y reproducir sus vidas. Cualquier alternativa a este sistema que se ha apoderado del planeta que habitamos y del universo entero y que, en nombre de la libertad, ha esclavizado a toda la población de la tierra, debe buscar la autonomía de las comunidades humanas y la recuperación de los «comunes».

Pero la voracidad del capitalismo no tiene límites. Si el robo de los comunes sirvió para su despegue, en la actualidad, para su perpetuación necesita arrebatar y apropiarse hasta de la idea de los comunes, ya que los comunes también pueden ser utilizados bajo la lógica del capital para crear valor y producir mercancías a menor coste y bajo la apariencia de un nuevo capitalismo vestido de socialismo autogestionario.

Una vez más, ha sido gracias kutxikotxokotxikitxutik, que hemos podido conocer un interesantísimo trabajo de Silvia Federici y de George Caffentzis titulado «Comunes contra y más allá del capitalismo«, que ha sido traducido al castellano y publicado en la revista El Apantle, Revista de estudios comunitarios. Esta es la pregunta fundamental que nos lanzan: «¿Cómo podemos prevenir la cooptación de los comunes y su conversión en plataformas desde las que la clase capitalista decadente pueda rehacer sus fortunas?

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Silvia Federici y George Caffentzis

La introducción ubica con bastante precisión la problemática que pretenden analizar:

Cada vez más, el término “común” tiene mayor presencia en el lenguaje político, económico e incluso en el inmobiliario. Derecha e izquierda, neoliberales y neokeynesianos, conservadores y anarquistas utilizan el concepto en sus intervenciones. El Banco Mundial acogió el término cuando, en abril de 2012, dictaminó que toda investigación que llevase su sello debía ser “de libre acceso mediante una licencia Creative Commons –una organización sin ánimo de lucro cuyas licencias por derechos de autor tienen como objetivo favorecer un mayor acceso a la información a través de Internet” (Banco Mundial, 2012). Incluso The Economist, un paladín del neoliberalismo, ha saludado el uso de este término a través de los elogios vertidos sobre Elinor Ostrom –decana de estudios sobre lo
común– en su obituario: A ojos de Elinor Ostrom, el mundo poseía una gran cantidad de sentido común. La gente, sin nada sobre lo que apoyarse, crearía formas racionales de supervivencia y de entendimiento. Aunque el mundo tuviese una cantidad limitada de tierras cultivables, de bosques, de agua o de peces, sería posible compartirlo todo sin agotarlo y cuidarlo sin necesidad de contiendas. Mientras otros autores hablaron de la tragedia de los comunes con pesimismo, centrándose tan sólo en la sobrepesca o la explotación agrícola en una sociedad de codicia rampante, Ostrom, con sus sonoras carcajadas, se convirtió en una alegre fuerza opositora (The Economist, 2012). Por último, es difícil ignorar el uso tan habitual que se hace del concepto “común” o “bienes comunes” en el actual discurso inmobiliario sobre los campus universitarios, los centros comerciales y las urbanizaciones cerradas. Las universidades elitistas que exigen a los estudiantes matrículas anuales de 50 mil dólares, se refieren a sus bibliotecas como “centros comunes de información”. En la vida social contemporánea, parece que es ley que cuanto más se ataca a los comunes, más fama alcanzan. En este artículo examinamos las razones detrás de estas tendencias y planteamos algunas de las principales preguntas que enfrentan hoy en día los comunitaristas anticapitalistas:
 ¿A qué nos referimos cuando hablamos de “comunes anticapitalistas”? ¿Cómo podemos crear, a partir de los comunes que nacen de nuestra lucha, un nuevo modo de producción que no esté basado en la explotación del trabajo? ¿Cómo podemos prevenir la cooptación de los comunes y su conversión en plataformas desde las que la clase capitalista decadente pueda rehacer sus fortunas?

Commons contra y más allá del capitalismo. Informa de un debate con Silvia Federici y George Caffentzis

BEYOND GOOD AND EVIL COMMONS

A vueltas con la autogestión, el cooperativismo y el comunal

Tradicionalmente el movimiento obrero ha impulsado diversas experiencias de tipo cooperativista y autogestionario. La mayor parte de estas experiencias se basan en una visión del capitalismo que tiene como centro la propiedad de los medios de producción y la explotación de los trabajadores por medio de la plusvalía. Históricamente el movimiento autogestionario se ha conformado con gestionar de forma autónoma por parte de los trabajadores la producción de mercancías. El resultado evidente es que los trabajadores se constituyen en empresarios de sí mismos para llevar a cabo un proceso productivo destinado a producir mercancías y obtener ganancias, y por tanto a generar valor y capital. Dado que la producción de estas cooperativas autogestionarias va dirigida al mercado está sujeta a las mismas leyes del mercado que cualquier otra mercancía producida en cualquier otra empresa capitalista.

La producción destinada al intercambio en un mercado competitivo, aun realizándose de forma autónoma por los propios trabajadores de forma cooperativista y autogestionada, es una forma diferente, más igualitaria, de generar valor, de convertir el trabajo en dinero y por tanto continúa fomentando un tipo de relaciones sociales mediadas por el dinero.

CECOSESOLA es una red de cooperativas venezolana que cuenta con casi cincuenta años de existencia. Es una comunidad organizada para resolver sus problemas internos sin recursos externos. Una comunidad que autogestiona su propia vida y su lucha contra el sistema de mercado, para la que su propio proceso comunitario es el mayor bien común a gestionar. Las relaciones no son mediadas por el dinero, no existen jerarquías de ningún tipo, las decisiones se toman por consenso. Caminan paso a paso. Aún no se han liberado del dinero y del mercado completamente, pero su caminar se dirige hacia este objetivo.

CECOSESOLA: vivir lo común día a día

Cecosesola: La revolución es un caldo que sólo puede cocinarse a fuego lento

Por John Holloway

Blog Rafael Uzcátegui

(Epílogo a libro a editarse en Alemania)

La revolución es un caldo que sólo puede cocinarse a fuego lento. Este comentario, hecho por uno de los jóvenes miembros de la Cooperativa Cecosesola en ocasión de su visita a Puebla hace algunos años, se quedó grabado en mi mente.

Pareciera contradictorio. Estamos acostumbrados/as a pensar las revoluciones como eventos espectaculares. La Revolución Francesa, La Revolución Rusa: reúnen intensos cambios dramáticos. Inclusive cuando vislumbramos los acontecimientos recientes, lo que atrae nuestra atención e impulsa nuestro entusiasmo son: la plaza Tahrir, Sintagma, Puerta del Sol. Existe tanto sentido de urgencia, tanta profunda necesidad de destruir el capitalismo antes que nos destruya a nosotros/as mismos/as. Entonces, ¿Cómo es eso que la revolución sólo puede ser cocinada a fuego lento?

Sin embargo, no existe contradicción. Hay que pensar la revolución en dos tiempos diferentes. Por un lado, la aguda explosión de nuestro No absoluto: No aceptaremos las medidas de austeridad que imponen los gobiernos; No, no vamos a aceptar la dictadura – ni la dictadura de los dictadores, ni la dictadura del dinero disfrazado de democracia; No, nosotros no continuaremos aceptando la obscenidad del capitalismo.  Esas explosiones de ira, tan bellas en los últimos meses, son necesarias para romper con la tiranía del actual sistema. ¿Pero qué hacemos después? Si después de un fin de semana dedicado a darle un golpe de estado al sistema, tenemos que volver el lunes en la mañana al trabajo o a hacer la cola para cobrar el seguro de desempleo, o a volver a vender chicles en los semáforos, entonces, habremos hecho muy poco para transformar la sociedad.

Nos encontramos ante el viejo dilema de las fuerzas de producción. El punto de vista tradicional-ortodoxo concebía  la revolución como si las fuerzas de producción desbaratarían  unas relaciones de producción ya fuera de moda  que representaban un obstáculo al desarrollo de  esas fuerzas productivas. El problema con este  punto de vista yace en que muy a menudo se entendían  las fuerzas de producción como el potencial tecnológico del proceso productivo, de manera que esta visión tendía a llevarnos a un determinismo que poco tiene que ofrecer a la lucha anti-capitalista.

Y el problema continúa. Podemos acabar con tantos gobiernos que queramos, podemos acabar con Merkel, y Sarkozy  y Cameron, pero si no creamos una alternativa, una manera no capitalista de producir y reproducir nuestras vidas, no vamos a llegar muy lejos. Si concebimos las fuerzas productivas, no como tecnologías inherentes a las máquinas sino como nuestro propio poder creativo, entonces podemos decir que nuestra capacidad de cambiar el mundo depende radicalmente no sólo de explosiones de ira sino también del desarrollo de nuestras fuerzas productivas, eso es de nuestro poder creativo, de hacer las cosas de manera distinta. Este fue el problema que  enfrentó el levantamiento enormemente importante y creativo de  Argentina  en los años 2001/2002. Este es el dilema que confrontan miles y miles de rebeldes hoy en día en Grecia. Para poder quebrar el poder del capital, para poder decirle al capital que se vaya al carajo, debemos construir nuestro propio poder, no un poder sobre el otro como el de ellos, sino un poder-hacer, nuestro propio poder creativo.

Este es el otro  momento  de la revolución, y  es ésta la substancia central de la revolución que sólo puede ser cocinada a fuego lento. La transformación  de nuestro modo de vida, de cómo producimos y creamos no se puede lograr  por decreto: necesariamente implica un proceso cuidadoso, un movimiento implacable de abajo hacia arriba, presionando constantemente por hacer las cosas de maneras diferentes, preguntando mientras caminamos, siempre inventando la innovación y  re-innovación de hacia dónde vamos. Está claro que las explosiones y las rupturas son importantes para darle fuerza a la revolución y para abrir espacios, pero detrás de las revueltas espectaculares deben haber, y existen, múltiples revueltas silenciosas, presionando diariamente hacia otra dirección, creando nuevas maneras de hacer las cosas, construyendo relaciones sociales diferentes. Esto no se logra a través de leyes u otras medidas tomadas desde arriba sino sólo, silenciosamente, desde abajo.

Es dentro de este contexto que vislumbro a Cecosesola como una experiencia enormemente importante e inspiradora. No se trata de un modelo. No se trata de una Manera Correcta que debe ser reproducida en otros espacios. No se trata de un modelo, se trata de una inspiración. Y lo que nos inspira no es simplemente el hecho del largo tiempo durante el cual viene desarrollándose la experiencia (¡ya va por 44 años!) sino su preocupada dedicación por hacer las cosas de maneras diferentes, por crear algo que  emerge en y desde la base. Cuando hace algunos años visité por primera vez a Cecosesola me costó mucho comprender que los miembros de una organización, que cada fin de semana le suple alimentos a alrededor de 55.000 familias, tuviera que dedicar  tanto tiempo conversando en grupos sobre los más diversos tópicos (claro está, contando con la presencia de niños y bebés) y resolviendo todo por la vía del consenso. Todavía hoy en día me cuesta mucho comprenderlo pero he visto que funciona. Discutiendo sobre todo lo que acontece, rotando las tareas, y funcionando con base en la confianza (por ejemplo, no existen cajas registradoras con el objetivo de controlar a las personas que manejan dinero)- todo esto forma parte de la construcción, aquí y ahora, de un mundo diferente. Para aquellos/as de nosotros/as que vivimos de cerca la experiencia Zapatista, esta experiencia  se puede vislumbrar como un  Zapatismo urbano, un “preguntando  caminamos” a gran escala y en un contexto urbano.

El hecho de que la experiencia de Cecosesola se esté desarrollando en Venezuela es interesante debido al contraste  con el proceso de transformación radical promovido desde el Estado. Es particularmente interesante el contraste entre la construcción de una cooperativa a fuego lento y la promoción de cooperativas desde el Estado por la vía del decreto, las cuales a menudo, como reseña este libro, terminan en estructuras vacías de contenido al ser creadas con la única intención de recibir subsidios gubernamentales. No se trata de un rechazo a-priori o dogmático del Estado, no se trata de que el Estado tenga malas intenciones: Se trata más bien de que el Estado, como una forma organizativa particular, tiene sus propias maneras de hacer las cosas, sus propios tiempos y la minuciosa transformación de las relaciones sociales necesarias para crear un mundo diferente no se logra por esta vía, simplemente no funciona. La conversación  y la discusión permanente en grupo, la transformación con paciencia desde abajo- estas son maneras de actuar anti-estado: no  en el sentido que confrontan directamente al Estado pero sí en el sentido de que quedan fuera de lo que el Estado es capaz de hacer e inclusive comprender.

Para mí, visitar a Cecosesola en Barquisimeto fue un gran aprendizaje. Me mostró cosas que jamás había visto, abrió mi pensamiento en nuevas direcciones, llevó nuevas preguntas a mis labios. También para ti, que has llegado a este epílogo (ya sea porque leíste ya todo el libro o solo lo abriste por detrás), la visita a la experiencia ofrecida por este libro debiera ocasionarte algo similar.

 Puebla, México, Enero del 2012

Mesa redonda sobre Educación Activa

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¿»Educación activa»? ¿Simplemente una etiqueta más moderna para hacer más atractiva la escuela-cárcel, la educación-domesticación? ¿O hay algo realmente diferente tras este nombre? El próximo sábado podremos compartir diferentes experiencias, contrastarlas, debatirlas, cuestionarlas, dialogar sobre ellas… ¿Existen alternativas a la escuela, cárcel domesticadora? ¿O seguimos adornando lo mismo de siempre para que parezca más atractivo?

El próximo sábado 26 de noviembre, a las 11.00 horas, en el C.S.R de Gamonal, tendrá lugar una mesa redonda sobre educación activa. En ella estarán presentes distintos proyectos que llevan a cabo una filosofía y práctica pedagógica diferente a la escuela tradicional. Compartirán cuáles son sus principios pedagógicos, cómo se desarrolla el día a día con los niños y las niñas, además de cómo se estructura su dinámica organizativa.

Todos los proyectos invitados tienen como común denominador el respeto a las necesidades e intereses de los niños y las niñas, así como un acompañamiento en su evolución personal, intelectual y afectiva. Espacios de experimentación, relación y juego u hogares familiares donde se confía en la capacidad innata de los niños y las niñas para guiar sus aprendizajes. Espacios donde conviven niños y niñas de diferentes edades (Infantil y Primaria), donde cada persona decide en qué dedicar su tiempo.

Tendremos la oportunidad de conocer proyectos de Burgos, como Magea y Freetime; de Aranda de Duero como Vira,Vira; y de la sierra de Madrid, estará presente El Jardín Pirata.

 

Freetime Escuela fue creada en 2007 por dos familias interesadas en un planteamiento educativo diferente a lo que se ofrecía en Burgos. Desde entonces, ha acogido a más de 90 familias, educadores/as y voluntarios/as. Desde el año 2013, las familias y los/as educadores/as de Freetime decidieron asociarse para gestionar esta comunidad educativa con niños/ as con edades comprendidas desde los 18 meses hasta los 7 años de edad.

Magea está formado por un grupo de familias que creen que otro tipo de educación es posible, formando así una Cooperativa de Enseñanza de Iniciativa Social. El proyecto se desarrolla en un espacio adecuado y acorde a los intereses de los niños y las niñas priorizando el contacto con la naturaleza y el apoyo emocional.

Vira, Vira es un proyecto que acaba de iniciar su andadura en la localidad de Aranda de Duero, en el que las familias se organizan entre ellas para el cuidado y acompañamiento de sus hijos e hijas. El principal objetivo de la asociación de familias es que sus hijos/as convivan dentro de una educación respetuosa con el ser humano y su entorno; buscando así el desarrollo de las capacidades innatas y talentos individuales de cada persona.
El Jardín Pirata es una experiencia de educación vivencial que surgió de la inquietud de un grupo de familias y educadoras que se encontraron en el año 2005 en la Sierra Norte (Madrid). La común preocupación por la falta de espacios en los que niños y niñas se pudieran desarrollar libremente como seres humanos plenos, devino en la creación de un espacio donde respetar y tratar a cada criatura tal y como es, partiendo de la confianza plena en su capacidad innata para desarrollarse y tomar decisiones.

El mito del TRABAJO

 

Artículo publicado en: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn119-2.htm

CONFIGURACIÓN Y CRISIS DEL MITO DEL TRABAJO

José Manuel Naredo

Universidad Politécnica de Madrid

La noción actual de trabajo no es una categoría antropológica ni, menos aún, un invariante de la naturaleza humana1. Se trata, por el contrario, de una categoría profundamente histórica. El trabajo, como categoría homogénea, se afianzó allá por el siglo XVIII junto con la noción unificada de riqueza, de producción y la propia idea de sistema económico para dar lugar a una disciplina nueva: la economía. La razón productivista del trabajo surgió y evolucionó, así, junto con el aparato conceptual de la ciencia económica. En esta comunicación se pasará revista a esta evolución revelando, en este caso, la conexión entre ciencia, ideología y sociedad y entre el lenguaje científico y el lenguaje ordinario, que reviste particular importancia en las ciencias sociales. De esta manera, al situar en amplia perspectiva la razón productivista del trabajo, podremos relativizarla y criticarla. El plan de la exposición será el siguiente. En una primera parte se pasará revista a los valores, concepciones y modos de vida que predominaron en las sociedades humanas antes de que se extendiera la idea actual de trabajo. En una segunda parte se analizará el caldo de cultivo ideológico en el que nació la razón productivista del trabajo, que acabó configurando tanto al cuerpo social como al comportamiento individual en la actual civilización. En una tercera parte, se pasará revista a los hechos que están provocando la crisis conjunta de la función productivista y social que se le venía atribuyendo al trabajo en nuestras sociedades. Por último se apuntarán las perspectivas que tal crisis ofrece.

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Con la música a esta parte

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Todos los viernes por la tarde, desde el 14 de octubre hasta el 19 de mayo del año próximo, las personas interesadas en hacerlo podrán participar en esta iniciativa que pretende acercarnos a la cultura tradicional, como conjunto de prácticas y saberes de los que a lo largo del tiempo se han dotado las comunidades humanas para reproducirse en el tiempo. Dado que esta actividad se desarrollará en Burgos, será la cultura tradicional castellana la que configure el núcleo central de su programa.

La tradición no debe ser entendida como una cosa del pasado hacia la que volvemos nuestra mirada con curiosidad, como quien visita un museo, ni como un conjunto de prácticas y saberes para trasladar y reproducir sin más en nuestros presentes… Las tradiciones tampoco son costumbres congeladas en el tiempo sino que se crean y se transforman adaptándose siempre a las necesidades de las comunidades humanas. Debemos hacer que las tradiciones culturales y musicales sean algo vivo que permita de nuevo que las comunidades humanas actuales se enraicen en el pasado para proyectarse hacia el futuro de una forma crítica.

Se trata de crear en colectivo una mentalidad crítica y sensible; borrar estereotipos sobre una cultura que ahonda sus raíces en el territorio y sus gentes; y colaborar en el desarrollo de unas formas de vida en ruptura con la actual dominación mercantilista de la existencia. Es decir, no se trata tanto de enseñar a tocar mejor o peor la pandereta, ni de ofrecer un curso de musicoterapia al uso, sino de pensar en común de dónde venimos, quiénes somos y por qué somos como somos. En una expresión, darnos con la tradición un impulso emancipador.

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Más información en: Lecturas de Zamarraco

La Jornada de Presentación en Radio Onda Expansiva

Resistir a la gestión y a la informatización de nuestras vidas

Écran total

Resistir a la gestión y a la informatización de nuestras vidas

Desde el año 2011, cierto número de ganaderos de ovejas y cabras desobedecen la directiva europea que les obliga a colocar chips electrónicos en la oreja de sus animales. Rehusan gestionar sus rebaños por ordenador para adaptarse a las necesidades de la producción industrial, así como a la trazabilidad. Se organizan entre vecinos y amigos para responder colectivamente a los controles que ejerce la administración sobre su trabajo, así como para hacer frente a las sanciones económicas de las que son objeto.

Entre el 2011 y el 2013, asistentes sociales han boicoteado la declaración anual de estadísticas que sirve tanto para evaluar su trabajo como para recolectar datos confidenciales sobre los “usuarios”. Ellas afirman la inutilidad de la informática en las relaciones de ayuda. Denuncian uno de los objetivos de la administración y de sus gestores: el de introducir la obligación de obtener resultados en su oficio. Rechazan que a cada situación singular deban responder con acciones normalizadas y en un tiempo limitado.

En los años 2000, directores de escuela y padres de alumnos se opusieron a la recogida de datos personales de todos los niños escolarizados por medio del programa informático “Base de alumnos”. A finales de 2015, trabajadores de la educación nacional denunciaron públicamente la informatización de la escuela por medio de el “Llamamiento de Beauchastel”. Rehusan convertir su sistema de enseñanza en una pedagogía asistida por ordenador, destinada a tener ocupada a la juventud mientras espera su entrada en el mercado de trabajo.

En 2013 nació una red, bautizada como “Écran total” (Pantalla total), para aglutinar este tipo de resistencias. Reunió a personas de toda Francia que trabajan en la cría de ganado, en la educación, en el trabajo social, la medicina, la panadería, la horticultura, la carpintería, los oficios relacionados con los libros… Pero también personas en paro, en la RSA (Renta de Solidaridad Activa), o sin actividad. Al comparar nuestra situación hemos reconocido que opera siempre una misma lógica: la informática y la gestión destruyen nuestros oficios y degradan nuestras relaciones sociales. Nos oponemos por completo, y llamamos a todas las personas que viven la misma situación a unirse a “Écran total”.

Criticamos la influencia creciente de las lógicas de gestión. Tanto si se presentan como innovación técnica, organización científica del trabajo o gestión, estas formas de poder atacan nuestra dignidad y nos enfrentan entre nosotros. Vemos cómo desaparecen los márgenes de libertad que nos permiten escapar a los imperativos de la rentabilidad. Según el discurso dominante, se trata de un progreso. Pero para los humanos, que somos todavía, lejos de poner fin a los trabajos penosos, este proceso es el progreso de nuestra desposesión.

¿Que nos hace la informática? Trata de optimizar el tiempo productivo y pretende simplificarnos la vida, pero en realidad, roba tiempo y atención al trabajo vivo aumentando las tareas administrativas. Nos obliga a tomar datos. Produce con ellos estadísticas y algoritmos para trocear, estandarizar y controlar el trabajo. Se trata del taylorismo asistido por ordenador. Los saberes son confiscados, los oficios se convierten en la aplicación mecánica de los protocolos instalados en los programas informáticos por expertos. Todo lo que no es nombrable ni cuantificable desaparece: cada vez hay menos lugar para la sensibilidad, la singularidad, el contacto directo, que sin embargo son esenciales para la educación, el cuidado, la agricultura, el artesanado… Debido a la medición constante de los rendimientos, acabamos encerrados en una alternativa infernal: sufrir la presión o ser expulsados. Muy frecuentemente, ocurrirán las dos cosas. Mientras que las fábricas se cierran, hasta las actividades más alejadas son conquistadas por el absurdo y la violencia del modelo industrial.

Más allá del trabajo, es toda nuestra vida íntima y común la que está siendo afectada: pierde todo lo que tiene de incalculable. En la administración, los servicios públicos, los transportes, en tanto que extranjeros, alumnos, pacientes, clientes, nos vemos reducidos a flujos, identificados, vigilados, contabilizados. Las máquinas se convierten en nuestros únicos interlocutores. Los dispositivos electrónicos integrados en todas las cosas ocultan las relaciones de poder bajo la apariencia de objetividad. El entusiasmo por las pantallas moldea un mundo en el que todo se aplana, se acelera y se dispersa. La saturación de información obstaculiza el pensamiento y los medios de comunicación nos quitan la palabra. Poner en valor los saberes autónomos y el tiempo de su elaboración se ha convertido en una lucha cotidiana. La pretendida desmaterialización consagra de hecho la sobreexplotación de los recursos: componentes metálicos y plásticos de los ordenadores, centros de datos sobrecalentados, cableados gigantescos… Todo está fabricado por los forzados del mundo industrial y desechado en los vertederos que se multiplican en el Sur del planeta.

“Écran total” se ha reunido en varias ocasiones, durante fines de semana, tanto en la ciudad como en el campo. Varios encuentros en el curso de los cuales hemos compartido testimonios sobre la degradación de nuestros oficios y sobre situaciones de conflicto en el trabajo o frente a la administración. Algunos intentan preservar el sentido en el ejercicio de un oficio que cada vez reconocen menos. Otros no quieren luchar sobre el terreno de su actividad profesional, renuncian y se comprometen por medio de caminos alternativos. El paro puede también ser un medio para reflexionar y actuar fuera de la producción y del trabajo asalariado. Ponemos en palabras estos conflictos y estos recorridos para salir del aislamiento y de la impotencia en los que los gestores nos quieren encerrar. Partiendo del análisis de lo que vivimos, construimos una palabra política común y nos imaginamos nuevas formas de lucha y otras formas de trabajar.

Ponemos en el centro de nuestra reivindicación un problema que nunca ha sido tratado colectivamente, el del papel y del contenido del trabajo. Nos parece importante por ejemplo poder juzgar el carácter inútil, más bien perjudicial, de ciertos oficios y de la miseria humana que provocan. Constatamos que los sindicatos han renunciado a hacerlo. Estos se limitan normalmente a la defensa corporativista del empleo, a luchar por defender el estatus y las condiciones de trabajo, sin cuestionarse el sentido de la producción y de las actividades por las que son pagados los trabajadores. Se convierten así en colaboradores de la organización social que está en el origen de los males que ellos combaten.

En el marco de la lucha contra la identificación electrónica del ganado, algunas granjas sancionadas con varios miles de euros se han beneficiado de la solidaridad de cientos de personas. Estas han organizado también conciertos de apoyo o debates, han enviado dinero a los ganaderos sancionados, han dirigido cartas de protesta a las administraciones y se han ocupado de recibir a numerosos de los controladores de las granjas. Quienes rechazan la identificación electrónica se encuentran así en situación de poder mantener su posición.

Queremos continuar manteniéndonos en nuestras luchas, afirmando criterios comunes y coordinando nuestras acciones públicas: desobedecer de manera concertada, hacer frente colectivamente a las sanciones, poner en marcha un apoyo material y humano entre los oficios y las regiones.

Además, queremos recuperar la autonomía, redefinir nuestras necesidades, reapropiarnos de los saberes. En resumen: decidir la forma y el sentido de nuestras actividades y de nuestra vida.

Son estos fines y estas prácticas los que os invitamos a compartir y a profundizar en el seno de “Écran total”.

Para contactar con nosotros, escribir a: Faut Pas Pucer, Le Batz 81140, St-Michel-de-Vax (Francia)                                                                                                     o en: ecrantotal@riseup.net

Más información:

https://sniadecki.wordpress.com/2016/09/13/plate-forme-ecran-total/

https://sniadecki.files.wordpress.com/2016/09/ecran_total.pdf

http://cqfd-journal.org/Ecran-Total-2-le-retour