Pedro M. Hurtado Valero, La crisis de Babia, Visión Libros, 2010
Cual nuevo Arquíloco de Paros, Pedro M. Hurtado, teje una sátira, desbordante de ironía y no carente de cierto cinismo, sobre el tiempo presente. Vivimos lo que nos merecemos. Vivimos la crisis de Babia. Porque vivimos en un mundo guiado por “la mano invisible” de la economía, sumergidos en un proceso de crecimiento hacia el infinito en el que todos creemos, en el que todos participamos y en el que todos tenemos fe. Aunque… “curiosamente el motor del proceso no reside en la voluntad bondadosa, sino en algo tan poco loable -para los nuevos meapilas- como la avidez de pecunia. Sepan ustedes que las vacunas contra el SIDA no han sido logradas por una oenegé para curar negritos, sino por el tesón de algún laboratorio costeado por inversores ávidos de dividendos (había muchos ricos muriéndose de SIDA dispuestos a pagar lo que hiciera falta); si no fuera por la ley de patentes, a la que injurian los piadosos, las boticas solo venderían cuatro polvos, cuatro hierbas y cuatro potingues. Por ello, si algún día la gente que hoy fenece de hambre comiera a diario, no sería por la largueza de los donativos, sino porque el mercado amplía el número de comensales para producir más y acrecer el negocio; y si la guerra desaparece, será porque el comercio ambicioso requiere esa calma para que la gente compre y venda, y alguno atesore más plata. Lo que no lograron los sentimientos ni las doctrinas -ni la teología de la liberación entre los católicos-, lo está logrando, poco a poco, la codicia del capital, que, como en el milagro de los peces y los panes, crece y se multiplica”.