Estamos ante una crisis de civilización

Hoy, 10 de febrero de 2015, dentro del ciclo de «Reflexiones Ambientales», el Aula Paz y Desarrollo de la Universidad de Burgos promueve la tertulia “Manifiesto Última Llamada. Esto es más que una crisis económica y de régimen: es una crisis de civilización” a cargo de la Profesora de la Escuela de Ingenierías Industriales de la Universidad de Valladolid y miembros del Grupo de Investigación en Energía, Economía y Dinámica de Sistemas, Margarita Mediavilla Pascual.

La doctora Mediavilla Pascual argumenta que las ciudadanas y ciudadanos europeos, en su gran mayoría, asumen la idea de que la sociedad de consumo actual puede seguir creciendo como en décadas pasadas. “Pocos somos conscientes de que el nivel de producción y consumo se ha conseguido a costa de agotar los recursos naturales y energéticos, y de romper los equilibrios ecológicos de la Tierra, como reflejan las revistas científicas. En sus estudios, se prevé un estancamiento y posterior declive de la extracción mundial de petróleo en torno a 2020, a 2030 para el gas, y en torno a 2040 para el carbón”.

Por ello, esgrime, vamos a tener que realizar una gran transición hacia una sociedad que no dependa de los combustibles fósiles. Esta es la razón que ha llevado a una serie de investigadores, científicos y activistas a firmar el Manifiesto Última Llamada, en la creencia de que atravesamos una crisis que no es únicamente económica. Es una crisis energética, ecológica, económica, de cuidados, etc. Se trata, en definitiva, de una crisis de sostenibilidad que puede hacer que la civilización global colapse.

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Estado del bienestar/Naturaleza muerta

Velpister, Estado del bienestar/Naturaleza muerta, Ediciones Lupercalia

Velpister

 

Porque lo que llaman nuestro bienestar es la muerte, es el fin de la vida. Porque lo que llaman nuestro bienestar es vender el aire, el agua y la tierra para obtener unos papelitos que llaman «dinero», que no se pueden comer ni beber pero que nos hacen sentirnos ricos y poderosos. Porque lo que llaman nuestro bienestar es matar la vida, es matar de hambre a millones de seres humanos, es robar a millones de seres humanos todo lo que les permite seguir con vida… Porque el Estado de bienestar es una naturaleza muerta…

Este libro es un grito, una voz en el desierto…

 

En mi barrio las únicas asambleas
populares que se convocan son
para decidir cuánto dinero le va
a tocar a cada uno cuando se talen
todos los robles, castaños y pinos
entre otros matorrales y
vegetaciones
para construir un hermoso polígono
industrial.
El dinero es importante.
Lo es más que respirar.

 

Los límites de la conciencia

Juanma Agulles, Los límites de la conciencia. Ensayos contra la sociedad tecnológica, Ediciones El Salmón, 2014

los límites de la conciencia

 

Juanma Agulles se pregunta en estos ensayos hasta dónde nos permite llegar nuestra conciencia sin sentirnos culpables, sin tener en cuenta las consecuencias de nuestros modos de vida ligados a las tecnologías y al consumo.

Es necesario reconocer los límites de la conciencia para intentar establecer los límites al desarrollo de unas sociedades tecnológicas que caminan, sonámbulas, hacia el desastre.

 

La escuela de noche

Julio Cortázar, La escuela de noche, Deshoras, Alfaguara, 1983

Este cuento de Julio Cortázar es un buen ejemplo de la función que tiene la escuela: aprender lo que «alguna vez cumpliría para el bien de la patria cuando llegara la hora y el Rengo y la señorita Maggi dieran la orden de que empezara a cumplirse».

 

-Del orden emana la fuerza, y de la fuerza emana el orden.

-¡Corolario! -mandó Iriarte.

-Obedece para mandar, y manda para obedecer -recitó el cuadro.

 

La Escuela de Noche

De Nito ya no sé nada ni quiero saber. Han pasado tantos años y cosas, a lo mejor todavía está allá o se murió o anda afuera. Más vale no pensar en él, solamente que a veces sueño con los años treinta en Buenos Aires, los tiempos de la escuela normal y claro, de golpe Nito y yo la noche en que nos metimos en la escuela, después no me acuerdo mucho de los sueños, pero algo queda siempre de Nito como flotando en el aire, hago lo que puedo para olvidarme, mejor que se vaya borrando de nuevo hasta otro sueño, aunque no hay nada que hacerle, cada tanto es así, cada tanto vuelve como ahora.

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La crisis terminal de la modernidad

En esta conferencia Ramón Grosfoguel habla de la crisis de la modernidad como una crisis civilizatoria de base epistemológica. Para Ramón Grosfoguel, la civilización actual, extendida por todo el planeta, constituye lo que él llama, aun  a riesgo de parecer ridículo, un «sistema mundo capitalista patriarcal occidentalocéntrico cristianocéntrico moderno colonial». Es evidente que este sistema se encuentra en crisis y que nos encontramos en un momento de transición a un nuevo sistema. Pero este nuevo sistema sólo puede ser DIVERSO, es decir, deberá basarse en la diversidad epistémica del mundo: «un mundo donde otros mundos sean posibles».

La modernidad ha supuesto durante siglos el imperio del pensamiento único, la hegemonía de la racionalidad, del pensamiento científico, de la población de raza blanca europea de tradición judeocristiana sobre el resto de la humanidad, pero la modernidad está en crisis.

Tal como lo explica Pedro M. Hurtado Valero en su libro Teoría de la revolución por venir, ante el colapso de la civilización industrial que se avecina no cabe pensar en alternativas y en elaborar teorías, pues todo lo que pensemos estará siempre imbuido del pensamiento sobre el que se sustenta el actual orden y la civilización vigente: «De aquí que el profundo pensar para el cambio sólo pueda ser un pensar exterior al sistema».

Escuelas libres y fascismo democrático

Vídeo de la charla de Pedro García Olivo en el Espacio Cultural “Conviven”, Málaga, en el seno de las reflexiones sobre Escuela y Democracia (diciembre de 2014).

Pedro García Olivo, que se considera «antipedagogo», desde una oposición radical a la institución escolar, compara las «ecuelas libres» con los nuevos aires de las democracias liberales, lo que considera como fascismo democrático. Se trata de mantener el mismo sistema dulcificando sus aspectos más duros.

Escuelas libres y fascismo democrático

La nueva palabra fetiche: biomasa

«Les passionnés de la nature sont à l’avant-garde de sa destruction.»
Bernard Charbonneau, Le Jardin de Babylone

 

Siempre se le ha llamado “leña”, pero ahora se llama “biomasa”. ¿A qué se debe este cambio de nombre? Gabriel Celaya dijo que “la poesía es un arma cargada de futuro”. Las palabras, en cambio, son armas cargadas de mensajes. En el mundo mercantilizado en el que vivimos, las palabras contienen mensajes publicitarios. Las palabras ya no sirven para identificar aquello a lo que designan, sino para engañar, para mentir y, a fin de cuentas, para vender.

La leña ha sido, y sigue siendo todavía en muchos lugares, la principal fuente de energía doméstica. Los hogares tradicionales utilizan leña para calentarse, para cocer el pan y para cocinar. Es una fuente de energía renovable, si se explota de una forma respetuosa. Las comunidades campesinas, en todo el mundo, han utilizado durante siglos la leña como combustible. Habitualmente la leña se recoge en los montes comunales por medio de suertes. Los vecinos se ponen de acuerdo en la cantidad de leña a cortar cada año y se reparten el producto obtenido por medio de suertes. Saben que el monte les asegura la energía que necesitan si son respetuosos con él. Se recoge la leña caída de forma que los bosques se mantienen limpios, y se corta la leña teniendo cuidado de que el bosque continúe produciendo leña para todos los vecinos durante sus vidas y las vidas de sus descendientes y de los descendientes de sus descendientes.

No se puede derrochar la leña, porque hay que asegurarse de que no falte en el futuro. No en todos los lugares se dispone de la misma cantidad de leña. En los pueblos de montaña, la leña puede ser también un recurso para intercambiar con productos de primera necesidad de los que carecen. En estos lugares la leña se solía convertir en carbón con el fin de conseguir la misma eficiencia energética con mucho menos volumen, siendo por tanto más fácil de transportar y de intercambiar por productos de los que carecían, por ejemplo, trigo.

El sistema tradicional de explotación de los bosques es autogestionado por sus beneficiarios sin necesidad de intermediarios, ni “emprendedores”, ni empresas que buscan obtener beneficios haciendo grandes negocios.

En un mundo mercantilizado como el actual, la energía no es una necesidad sino un negocio. La llamada “revolución industrial” y el auge del liberalismo y de la modernidad con sus “avances” científicos y técnicos, arrebataron la energía de las manos de los pueblos. El objetivo era convertir a las gentes libres y autogestionadas en esclavos dóciles, trabajadores a cambio de un salario y voraces consumidores de energía y de productos que no necesitan para nada.

La alarma provocada por el inminente fin de las reservas petrolíferas, el cambio climático, y el auge de los movimientos “ecologistas” que denuncian las consecuencias nefastas de la industrialización salvaje y del ilimitado consumo energético han sido los detonantes para que la “ecología”, “lo verde”, “lo limpio”, “lo renovable”, “lo bio”… se hayan convertido en palabras fetiche, en marcas de calidad, en etiquetas destinadas al mercado de consumo. Como el petróleo se está acabando hay que buscar alternativas para que todo siga igual. Y para que no vuelva a ocurrir lo mismo, las alternativas deben ser “renovables”, es decir, infinitas, porque la gran ilusión del sistema capitalista es que vivimos en un mundo de recursos ilimitados, infinitos y, por tanto, vivimos en un mundo en el que se puede crecer sin parar; no existen límites al crecimiento.

La leña se ha convertido en “biomasa”. La palabra suena bien, suena a “ecología” y a “verde”. La “ciencia” aporta argumentos a los mercaderes y elabora estudios con muchas fórmulas en los que se demuestra que el CO2 emitido por la combustión de “biomasa” queda compensado con el CO2 absorbido por los bosques de donde procede. Justifican la utilización de un combustible que se ha utilizado durante siglos como si lo acabaran de descubrir. Lo que sí han descubierto los modernos mercaderes es la forma de apropiarse de una nueva fuente de energía. Se apropiaron del agua haciendo desaparecer miles de pequeños molinos hidráulicos, muchos de ellos comunales, para construir enormes embalses. Se han apropiado del aire construyendo inmensos parques eólicos en las cumbres de las montañas. Se han apropiado del sol mediante la instalación de grandes huertos solares. Ahora se apropiarán de los bosques, de los montes comunales, para explotar la leña a la que ahora llaman “biomasa”.

La utilización de “biomasa” es por tanto un paso más en la centralización de las fuentes de energía. La explotación autogestionada de los montes para la obtención de leña se encuentra ya en vías de desaparición. Los pocos montes comunales que todavía quedan serán privatizados, “desamortizados” como decían en el siglo XIX, y entregados a empresas privadas que los explotarán pensando en su beneficio. A los vecinos de los pueblos a quienes arrebatarán sus montes comunales les ofrecerán cambiar sus viejas cocinas de leña por modernas estufas de “biomasa” que deberán alimentar con unas cosas que llaman “pellets” fabricadas con “biomasa”, es decir, con su leña, con la leña que les han arrebatado. También construirán centrales eléctricas de “biomasa” y venderán la electricidad más cara porque es “verde”.

Dicen que así seremos más libres. Tendremos más tiempo, porque ya no necesitaremos ir al monte a cortar leña para calentarnos y para cocinar. Bastará con que apretemos un botón. Todo el tiempo que ganaremos lo podremos utilizar en viajar, en hacer turismo y en ir de compras. Qué bien. Y todo utilizando energías renovables y ecológicas, biomasas, biocombustibles, biodegradables y biocarísimas. Tendremos la conciencia tranquila porque cuanta más energía gastemos más protegeremos el medio ambiente y el planeta, contribuiremos al relanzamiento de la economía, a la salida de la crisis, a la felicidad mundial y sobre todo a la evolución de la especie.

colectivo rus redire

Este colapso económico es una «crisis de enormidad»

Paul Kingsnorth, Este colapso económico es una «crisis de enormidad», traducción de Javier Villate

Leopold Kohr

Hace medio sigo que Leopold Kohr advertía sobre los problemas que acarrearía al mundo la desmesura. Leopold Kohr fue un pensador político que no fundó ningún movimiento ni promovió ninguna revolución. Sus ideas, que han sido ignoradas por casi todos los «intelectuales», se basan en algo tan secillo como esto: «Siempre que algo está mal, ese algo es demasiado grande».

 

Las propuestas de Kohr son presentadas en este breve y clarificador artículo de Paul Kingsnorth

Este colapso económico es una «crisis de enormidad»

 

En esta misma línea de pensamiento se inscribe el último libro de Olivier Rey, Une question de taille, sobre el que habla en la entrevista publicada en el blog Et vous n’avez encore rien vu...